Corría el año 1997 cuando un grupo de barbateños, empresarios del mar y componentes de la Organización de Productores de Pesca nº37 (OPP37), se propusieran organizar y celebrar la Semana del Mar Azul. Entre las muchas actividades para apoyar la industria del pescado azul, base de la economía de Barbate, se desarrolló un amplio programa de actividades, cuyo presupuesto rondaba los 25 millones de las antiguas pesetas, abarcando en su ámbito cultural: cine, artes plásticas, teatro, flamenco, narrativa…, e incluso recuperando la tradicional Gran Sardinada en el puerto de la Albufera (como se le llamaba antiguamente), y proyectando documentales de almadraba de 1932 en un resucitado y desempolvado Cine Avenida (que después de tantas propuestas: “ahí está, ahí está ¿quién coño lo abrirá?) y un incomparable Parque Infanta Elena (que ahora sirve para jugar a la petanca). Se editó en papel reciclado, un recetario de cocina barbateña basada en el pescado azul con 32 recetas facilitadas por mujeres y gente de Barbate, dejando entrever que muy pronto llegaría toda una tradicional batalla de platos y tenedores.
Sería el mes de mayo de 2008, cuando se inaugurara “la primera Feria del Atún de Almadraba”, para tomar la rienda de la `Semana del Mar Azul´, tras algunos cambios estructurales, gastronómicos y culturales, ubicada en la Lonja Vieja, comenzando su singladura luchando contra viento y marea, pero acompañada de sencillez y humildad marinera, que poniendo rumbo al futuro sin olvidar la esencia de su glorioso pasado consiguió navegar conjugando: tradición, belleza y libertad en un marco incomparable vestido de naturaleza.
No era fácil mantenerse a flote en los océanos de platos y tenedores, pero sus variopintos productos y su exquisita sencillez, vino a demostrar su personalidad, dándole la razón a los que por ella apostaron. Agradecer a Jesús Martínez, sus exquisitos productos y novedosos envases, rubricados con la decimoquinta letra de nuestro alfabeto la “Ñ” de `La Barbateña´, y a nuestro sector conservero, que sin ningún tipo de complejo, recogió el testigo heredado de nuestros ancestros, haciendo del viento y sal, agua y aceite, cocción y macerado, la trilogía perfecta para desarrollar mágicas recetas que fueron pasando de generación en generación sin olvidar las raíces de donde proceden. A nuestros jóvenes maestros de los fogones, y sus revolucionarias técnicas que aportan recetas capaces de conquistar los más difíciles paladares, poniendo en las cartas de las mesas más prestigiosas nuestro universal lenguaje barbateño, y cambiando la antigua frase de “Voy por atún y a ver al Duque”, a “voy por atún y a ver Barbate, para que cada año, como en la Feria del Carmen, nos visiten todos nuestros paisanos y ese público maravilloso que se contagia con nuestra forma de ser. Mi agradecimiento a los que siguen haciendo posible esta realidad.
Deberían de darse un `paseíto´ por nuestra feria, esos `mediocres medios´ que solo nos visitan cuando ocurren tristes desgracias y nos critican con tanta inquina, para que vieran que en Barbate se encuentra el mejor atún y las mejores gentes. Un saludo desde la Capital Mundial de Atún de Almadraba.