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sociedad

La dura historia de una joven con toda su familia contagiada: "No te lo esperas"

Enterró a su abuelo paterno que murió por covid-19 mientras su abuela, su madre y su padre estaban ingresados. Ella y su madre fueron las primeras contagiadas

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Sara enterró a su abuelo paterno que murió por covid-19 mientras su abuela, su madre y su padre estaban ingresados en el hospital tras contraer el virus. La vida de esta familia de Ourense era normal hasta que la pandemia les golpeó de lleno.

En apenas una semana, como si se tratase de una pesadilla, la vida de esta veinteañera, que también necesitará cuidados, cambió radicalmente. A finales de febrero, vivió el ingreso de su padre y su madre por covid en el Hospital Universitario de Ourense. Días después hospitalizaron también a sus abuelos maternos. Su abuela, que había recibido la primera dosis de la vacuna, consiguió salir adelante, pero no su abuelo, que falleció.

A sus 21 años tuvo que afrontar sola el entierro de su abuelo. Su padre, Emilio, estaba hospitalizado y su madre también estaba enferma. En la actualidad, el progenitor es el único que permanece hospitalizado, aunque en planta, después de haber estado 18 días en la Unidad de Cuidados Intensivos.

Con su padre, aún ingresado, todavía no ha tenido tiempo para reflexionar sobre esta dura experiencia que ha tenido que afrontar casi en soledad. La fortaleza de Sara, también necesita cuidados.

En un video facilitado por el gabinete de comunicación del hospital de Ourense (CHUO), esta joven rememora cómo fue el inicio de esta pesadilla para la que ven ya la luz al final del túnel.

“Mi madre y yo notamos sobre el 25 de febrero los primeros síntomas, fuimos las primeras en contagiarnos”. A raíz de esto, su madre ingresó en el hospital y la joven permaneció en casa en cuarentena.

Días después, su padre, que no había notado inicialmente síntomas, fue ingresado directamente UCI al empeorar drásticamente hasta el punto de que tuvo que ser “intubado y sedado”. De hecho, en el vídeo, Sara se muestra convencida de que esos días que tardó en acudir al hospital es lo que “marcó la diferencia” y que provocó a la postre que su estado fuese “más grave” que el de su madre.

No se imaginaba entonces que con eso no iba a acabar la pesadilla, ya que una semana después ingresarían sus abuelos maternos. Con Sara todavía confinada, sus abuelos fueron trasladados en una ambulancia al hospital si bien los profesionales sanitarios les enviaron de vuelta a casa “con medicación”, explica.

Lamentablemente, a los dos días, su estado empeoró y fueron trasladados nuevamente al hospital. La abuela, que estaba vacunada, pudo superar la infección, pero no su abuelo, que falleció.

Pese a lo vivido, Sara solo tiene palabras de agradecimiento para todo el personal sanitario que se volcó con esta familia en todo momento.

"Me llamaban todos los días de la UCI, me tranquilizaban muchísimo. Aunque las noticias al principio no fueran buenas, he de decir que fueron bastante realistas", explica esta joven, que, recuerda la terrible mañana en que la llamaron para explicarle el empeoramiento de su abuelo.

Con su familia ingresada, esta joven tuvo que encargarse del entierro. "Fue duro, pues es algo que no esperas", abunda.

Ya en planta, su padre, que ya camina e incluso se atreve a dar algún paso al ritmo de Pasión de Gavilanes -bromea Sara-, asegura que su primer recuerdo al despertar fueron unas palabras de su hija y que todavía resuenan en su mente: "Papá, te quiero mucho, no te mueras".

Visiblemente más tranquilo, el padre dedica palabras, todas positivas, hacia los trabajadores. "Nombres, no recuerdo ninguno; caras, todas", precisa Emilio.

El único pero que pone a esta experiencia que la ha tocado vivir son "los pijamas", comenta entre risas.

"Sin perder la esperanza, todas las mañanas me decía: tengo que levantarme, no puedo fallar", continúa.

En especial, se acuerda “de la torturadora” con la que realizaba a diario rehabilitación. Pese al dolor, reconoce que este trabajo le ha permitido mejorar de una manera “increíble”; ya que es capaz de caminar solo, ducharse sin ayuda y comer sin problemas.

El primer deseo que tiene cuando le dejen volver a casa es disfrutar "de la tranquilidad". "Y abrazar a mi madre”, exclama.

A partir de ahí, habrá que analizar las secuelas. Sara no descarta la posibilidad de tener que acudir a terapia después de lo vivido en los últimos meses, una vez que den el alta a su padre.

"Lo primero son ellos", concluye. 

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