La reapertura de las iglesias, con un aforo limitado al 30 % y otras medidas de higiene y seguridad a partir de este lunes, no hace prever que se recuperen las bodas religiosas y comuniones previstas para estos días o canceladas en el mes y medio en el que han estado cerrados los templos.
Son ceremonias, especialmente los enlaces matrimoniales, que tradicionalmente se realizan con centenares de invitados en muchos casos, algo imposible en esta primera fase de desescalada y también en la segunda que comenzará el 25 de mayo y en la que el aforo permitido en los templos subirá al 50 %.
La reducción de invitados presentes, la imposibilidad de realizar un banquete por el cierre de restaurantes y la prohibición de reuniones masivas deslucen este tipo de celebraciones, que se plantean como únicas en la vida de los contrayentes y por ello la mayoría de ellos las ha decidido aplazar.
Por su parte, los enlaces civiles se permitirán más adelante, en la fase 2 de la desescalada, prevista a partir del 25 de mayo, han confirmado a Efe fuentes del Ayuntamiento de Pamplona.
En declaraciones a Efe el portavoz del Arzobispado de Pamplona, José Gabriel Vera ha reconocido que en las actuales circunstancias y dadas las especiales características de los enlaces religiosos, habitualmente con numerosos invitados y posterior banquete, "raramente habrá bodas ahora mismo".
Tampoco puede ofrecer una cifra de las ceremonias que se han anulado o pospuesto, dado que son actos que no se comunican al Arzobispado sino que dependen de cada parroquia, que a su vez los comunica al juzgado, "pero cuando se han celebrado, no cuando se han suspendido", señala.
Supone Vera que volverán a reprogramarse, en los huecos que queden, este año o ya el próximo, cuando se puedan celebrar en un concepto multitudinario más cercano al que se acostumbraba hasta la irrupción de la COVID-19.
En cuanto a las comuniones, que tradicionalmente en Navarra se celebran de forma generalizada en el mes de mayo, Vera advierte de que al permitirse desde este lunes la apertura de los templos, "por parte de la iglesia no hay problema, se podrían celebrar", pero es la parte sanitaria y de restricciones normativas adoptadas por la pandemia la que impide las ceremonias al uso, con grupos numerosos de niños que reciben la primera comunión a la vez.
"Donde hay poquitos niños, en pueblos pequeños, no hay problema para celebrar la primera comunión de una persona. Pero si es una parroquia que tiene 25 niños tendrá o hacer muchos días de primeras comuniones con escasos comulgantes en cada uno", advierte.
Tampoco se podrán repetir en esta ocasión las ceremonias organizadas por los colegios, en las que reciben su primera comunión los niños de una clase entera, dice para advertir de que en este caso, "probablemente, elegirán hacerlo cuando se reanuden en septiembre las clases".
En cualquier caso, y fuera de estas celebraciones extraordinarias, Vera recuerda que a partir de mañana las iglesias abrirán de nuevo sus puertas para las misas diarias habituales, con las medidas preceptivas que "desde el punto de vista civil acotan la ocupación a un tercio del aforo y con un metro y medio de distancia entre los asistentes".
Además, la Iglesia ha tomado sus propias medidas higiénicas, como las de retirar el agua bendita de las pilas comunes donde los asistentes se santiguan a la entrada o la de recomendar que la comunión se reciba en la mano y no directamente en la boca de los feligreses, que en el caso de las personas mayores están exentas del precepto de la misa dominical.
"La Iglesia además de las medidas civiles que debe cumplir, ella misma se impone otras de mayor prudencia en su propio ámbito de competencias", subraya Vera, quien incide en el especial cuidado que se tendrá en la desinfección, que se realizará cada vez que se usen los bancos de los templos.
"Hay que cuidar la desinfección de los lugares donde ha habido gente y cada parroquia se organizará el modo más factible", indica para apuntar propuestas como la de pasar un paño con alcohol o lejía rebajada con agua en los bancos y accesos comunes.
Asimismo, se prevé la posibilidad de que en el acceso a los templos haya voluntarios que colaboren para que las personas no tengan que tocar las puertas (estas podrían dejarse abiertas), que coloquen a los asistentes para que cumplan las distancias, controlen cuando el aforo se completa y ayuden en la desinfección posterior.