La Universidad de Sevilla cuenta con alrededor de 200.000 bienes en custodia después de más de cinco siglos de vida y tiene la “voluntad férrea” de dejar ese patrimonio “en el mejor estado” a las generaciones futuras, en palabras del rector de la institución académica, Miguel Ángel Castro. Con este propósito es con el que se ha actuado en los dos últimos años en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) para recuperar la obra Alegoría de la institución de la eucaristía, del pintor sevillano barroco Juan del Castillo, de 1612.
La obra llegó a los técnicos del IAPH con una pátina de suciedad considerable y una gruesa capa de barniz, repintes y estucos que “estaban distorsionando totalmente” “la lectura formal” del cuadro. 48 meses después, la obra ha “recuperado su estética” tras un minucioso trabajo de diagnóstico, restauración e investigación, ha explicado la directora de la actuación, Araceli Montero. La Universidad de Sevilla ha invertido en ella 10.000 euros, sin IVA incluido.
El resultado ha sido presentado este lunes en el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla, donde desde hoy y hasta el 31 de mayo se podrá visitar la exposición Alegoría de la institución de la eucaristía. Igualmente, se han programado dos conferencias en este mes (8 y 15 de mayo) para explicar en detalle todo el proceso de restauración e investigación. Esta dinámica, la de exponer las obras que se restauren, se mantendrá con el CICUS como contenedor e hilo transmisor de esta transferencia de conocimiento. La exposición pretende “acercar el patrimonio de la Universidad de Sevilla que es como acercar la memoria de la ciudad y de la humanidad”, ha resaltado Luis Méndez, director general de Cultura y Patrimonio. Por su parte, Macarena O’Neill, secretaria general de Cultura de la Junta, ha defendido la conservación del patrimonio como un elemento que contribuye a consolidar a la cultura como “tercer motor de desarrollo” de Andalucía.
Alegoría de la institución de la eucaristía representa el momento de la última cena, con Jesucristo en el centro y flanqueado por uno de los testigos de aquel momento, San Juan Evangelista, y San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, orden religiosa que encargó la obra a Juan del Castillo para su antigua Casa Profesa en Sevilla, actual sede de la Iglesia de la Anunciación y la Facultad de Bellas Artes, en la calle Laraña.
El naturalismo de este primer barroco que representa la obra de Juan del Castillo es considerado el inicio del lenguaje que acabará consolidándose como el gran movimiento pictórico del mundo moderno. Lo temprano de esta pintura la sitúa por tanto como una de las obras que iniciarán ese movimiento tan trascendente para la pintura barroca española, ha explicado Luis Méndez durante su intervención.
La pintura de Juan del Castillo supone el eslabón entre el tardomanierismo y el barroco, adoptando en algunas ocasiones el naturalismo traído a la ciudad por artistas como Roelas. El pintor regentó un taller muy activo durante las primeras décadas del siglo XVII, donde contó con numerosos discípulos, lo que le permitió contratar muchos trabajos de pintura y de policromía para los retablos.