Metidos de lleno en una segunda ola de la pandemia, el Servicio de Microbiología del Hospital sevillano Virgen del Rocío realiza 2.400 PCR diarias. Los 365 días del año y durante 24 horas ininterrumpidas, un equipo de 40 profesionales procesa y valida las muestras que llegan.
Esta capacidad de respuesta es posible gracias a la plataforma robotizada con la que se ha equipado el hospital. Consta de cinco líneas de trabajo con dos robots cada una. En estos momentos, están plenamente operativas tres de esas líneas y, en breve, entrará en funcionamiento una cuarta. Con todo el sistema a pleno rendimiento, el Servicio de Microbiología tendrá capacidad para realizar hasta 5.000 PCR al día
Los profesionales del servicio reconocen que afrontan este segundo pico de la pandemia en unas condiciones muy diferentes a las de hace tan sólo unos meses. Disponen de reactivos y del material necesario con el que atender las muestras y de un sistema de trazabilidad en cadena con el que preservarlas. Pero recalcan: “Por el momento. Tenemos capacidad y recursos por el momento, porque no olvidemos que estamos en una pandemia mundial”, señala Pedro Camacho, microbiólogo y bioquímico. De hecho, ante el incremento de PCR que se están haciendo y para contar con suficientes reservas, el Servicio de Microbiología ha duplicado la petición de envío de reactivos esta pasada semana, apunta Camacho. El Virgen del Rocío es uno de los 15 hospitales sevillanos que disponen de esta plataforma robotizada, que entró en funcionamiento en el mes de agosto en un tiempo récord de adquisición e instalación. Una plataforma por la que ya se han interesado otros hospitales, como es el caso del de Málaga, Granada, Badajoz y Mallorca, entre otros.
La pandemia cogió al mundo desprevenido. En el ámbito sanitario, acostumbrado a gestionar situaciones complicadas, tampoco fue fácil y, desde que se decretó el estado de alarma, se han dado pasos muy significativos, sobre todo, en los relacionado con la trazabilidad. “Hemos pasado de todo manual, a un sistema informático de primer nivel”, apunta Laura Merino, microbióloga.