Tomás de Perrate, uno de los cantaores flamencos más identificados con el arte más clásico, ha demostrado esta noche en el teatro Central de Sevilla que el flamenco sigue siendo algo sin fronteras, con un saxo acompañando su voz, en un repertorio en el que la soleá ha sido la gran protagonista.
'Soleá sola', su espectáculo, ha cerrado la noche en La Bienal, con la voz de este cantaor, hijo del mito del cante gitano andaluz Perrate de Utrera, dominando el escenario, con la guitarra de Alfredo Lagos, el saxo de Juan Jiménez y la percusión de Antonio Moreno.
Su espectáculo está recogido en un disco que le da nombre, con la responsabilidad que supone mantener los cantes típicos de Utrera, aunque siempre evolucionando al estilo que el flamenco demanda en los últimos años.
Su apellido es uno de sus principales avales, ya que es descendiente de una de las grandes dinastías gitanas del cante flamenco, la de los Perrate de Utrera. Bisnieto de Manuel Torre, hijo de Perrate de Utrera y sobrino de María "la Perrata"
Sin embargo, sus primeros contactos en la música fueron con el rock y no con el flamenco, entrando en contacto con la batería y la guitarra eléctrica, aunque nunca cantó, hasta que, como si fuese un tópico, lo hizo por primera vez en una boda en 1999.
Es uno de los pocos cantaores que puede mezclar el flamenco con el swing, y su voz ha sido reclamada para acompañarle en el baile por artistas de la talla de Israel Galván o Belén Maya, entre otros.