Y José Galán le entregó el flamenco al pueblo, a todo el pueblo

Publicado: 06/09/2018
La jornada inaugural se vivió este jueves con una auténtica Fiesta en Triana gracias al pregón flamenco de Tomás de Perrate y al flashmob inclusivo
"Como un juego, la vida es...", canta José Valencia; "agarramos la vida", dice José Galán cerrando el puño en el aire, abriendo cuatro minutos de coreografía ante gente anónima, bailaores en potencia, sevillanos de a pie, flamencos con o sin pedigrí, que esta noche han bailado juntos para abrir la Bienal, la nueva Bienal.


No es casualidad que sea una coreografía de José Galán la que haya abierto el mayor espectáculo de flamenco del mundo, ni tampoco es baladí decir que los que le rodeaban junto al Monumento a la Tolerancia pegado al Guadalquivir no respondían al típico patrón del flamenco/a, con ese tipo de deportista de élite que mezcla de gimnasta y bailarina rusa.

Junto a él, por decenas, estaban amas de casa, oficinistas, personas en sillas de ruedas, invidentes, gente con síndrome de Down, flamencos de cuerpo, arte o espíritu, que al final es lo mismo, que han bailado al unísono durante cuatro minutos la composición creada por el propio Galán y Pedro María Peña y José Galán, siguiendo las voces de José Valencia y María Terremoto, el toque de Pedro María Peña, las secuencias de Mangu Díaz y la percusión de Tete Peña.

Todos los improvisados bailaores podrán decir a sus nietos, o a sus hijos, vaya, que un año abrieron la Bienal, gracias a que este camero, que abría el baile con camisa roja y lunares blancos -más flamenco ya no se puede ser-, agarrando el aire, decidió dedicar su vida a que el arte no sea propiedad de nadie, y que se pueda bailar sin poder mover las piernas o sin poder ver a tu acompañante, porque el flamenco, al final, es arte, y el arte como concepto no tiene dueño ni marca propia.

Por eso, han sido cuatro minutos nada improvisados, porque la coreografía lleva tres meses colgada en youtube, y por eso no parecía raro que el puente de Triana tuviese ese aspecto que sólo tiene cuando pasa un Cristo moreno o una Virgen marinera, con gente asomada al arte, con Galán dirigiendo el baile, mientras sonaba "la letra de la bulería, la velocidad de la música, la coreografía... y todo lo que hemos ideado en este espacio, donde todo está escogido a conciencia para transmitir ese mensaje".

Todavía sudoroso tras dar una lección de flamenco e igualdad al compas de una guitarra, Galán, que ya en su día fue el primer flamenco que llevo este arte a la República Sudafricana, ahora sí digiere que "es la primera vez en la Bienal y en la historia del flamenco que se hace algo así. En todos los rincones del planeta, mi flamenco inclusivo se ha dado a conocer para hacer más universal si cabe este arte, pero ahora puedo acercarlo al pueblo, a la gente corriente, que se anime a probar y enamorarse del flamenco".

"El baile flamenco es una expresión artística que utiliza los cuerpos diferentes donde prima la capacidad de transmitir emociones y comunicar sentimientos.

Requiere técnica pero eso se aprende, pero si lo sientes, debes expresarlo a tu manera y dentro de tus posibilidades. No tiene límites ni barreras", apostilla, todavía en una nube tras ver como se la ido de sus flamencas manos una idea que parecía de locos: dejar en manos del pueblo la inauguración de la Bienal.

José Galán ha hecho esta noche que el flamenco no tenga dueño, igual que el 12 de septiembre se subirá a las tablas del Teatro Alameda con un espectáculo resultado de sus talleres, en los que es pecado decir que alguien no puede bailar por un problema físico o sensorial. Su apuesta para el teatro se llama "Detrás del telón", y en el escenario se unen "alumnos con y sin discapacidad, personas con enfermedad mental del hospital psiquiátrico penitenciario, con discapacidad intelectual, sensorial y física, o sea, todo el colectivo de la discapacidad, incluso reclusos", algo pionero, porque el flamenco, es bueno repetirlo, no tiene dueño, es de quién lo coge a tiempo.



José Galán ha hecho un homenaje al arte flamenco dentro de una 'Fiesta en Triana', como se ha denominado a una intensa noche junto al barrio más flamenco del planeta, pregonada por Tomás de Perrate a los pies del puente de Isabel II -el puente de Triana-, que ha visto empezar en su otra orilla el espectáculo 'No sin mi bata', del Laboratorio de Investigación Escénica Improbataciones, con casi medio centenar de 40 bailaores con sus batas de cola, desde el Muelle de la Sal hasta la icónica Plaza de Altozano.



Un centenar de piraguas, perteneciente a las Federaciones Andaluzas de Remo y Piragüismo, han sido testigos desde el agua, rodeando al flamenco, sin dejarle posibilidad de escapatoria, desde las manos de José Galán a los brazos de Triana, y en ese barrio, el flamenco está seguro, porque está en casa.

 

 

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