El novillero peruano Joaquín Galdós cortó dos orejas en la novillada picada celebrada hoy en Sevilla, en la que la cruz de la tarde la representó José Ruiz Muñoz, que sufrió en un muslo una cornada de 15 centímetros que le dejó fuera de combate.
FICHA DEL FESTEJO.- Novillos de Rocío de la Cámara, bien presentados. El primero resultó noble y un punto rajado; deslucido y acobardado el segundo; Inválido, distraído y sin recorrido el tercero; rajado pero importante el cuarto; de más a menos el quinto y de buena condición el sexto.
José Ruiz Muñoz, silencio en el único que mató
Joaquín Galdós, ovación, oreja y oreja
Jesús Álvarez, palmas y silencio
El primero de la tarde hirió al novillero José Ruiz Muñoz, que sufrió "herida por asta de toro en cara interna del muslo izquierdo, tercio superior, en una trayectoria de unos quince centímetros en sentido caudal. Afecta a planos superficiales, lesionando aponeurosis". El parte califica el percance de "menos grave".
La plaza registró un tercio de entrada en soleada y muy calurosa.
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NOTABLE IMPRESIÓN DE GALDÓS
Los trofeos obtenidos por Joaquín Galdós al cuarto y sexto novillos de la tarde han sido el pasaje más feliz de la tercera novillada del abono celebrada esta tarde en la plaza de la Maestranza.
Ruiz Muñoz, que resultó herido, sólo pudo matar al primero, mientras que Jesús Álvarez, que se presentaba en Sevilla, causó muy grata impresión.
La inseguridad de José Ruiz Muñoz, más compuesto que resolutivo, le impidió acoplarse con el noble primero, un precioso ejemplar de Rocío de la Cámara que llegó a alcanzarle al final de la faena. Logró estoquear a su enemigo pero pasó a la enfermería, aunque no se había apreciado en el ruedo llevaba una cornada.
Galdós, por su parte, dejó una notable impresión. El novillero peruano estuvo sobrado y por encima de un deslucido segundo al que toreó con autoridad, claridad de ideas y trazo rotundo. Tuvo que matar el cuarto por el percance de Ruiz Muñoz, logrando una faena compacta aunque un punto despegada, que fue de más a menos.
Con el sexto, que recibió a portagayola, logró redondear la tarde. Galdós toreó relajado y mucho más reunido en una faena templada, de enorme acento estético, que remató de estocada. Le pidieron las dos orejas. El presidente, con buen criterio, concedió sólo una.
El tercero del cartel era el sevillano Jesús Álvarez, que debutaba en la plaza de su tierra. Mostró aplomo, seguridad y buen concepto del toreo con un tercero inválido, distraído y de nulo recorrido al que mató con prontitud.
Reorganizado el turno, mató el quinto, volviendo a enseñar un excelente corte de torero con un utrero de buen principio y ritmo declinante.