Aparte de por los cientos de pasajeros que cada día viajan desde el aeropuerto de Sevilla, sus aviones son atraídos por los "spotter", que en grupo o individualmente viven para acudir a las cercanías de las pistas para ver despegar y aterrizar aviones.
Es una afición que tiene incontables aficionados por todo el mundo, y que no depende, precisamente, de las dimensiones de los aeropuertos a visitar, sino de otros factores, como el tipo de aerolíneas que operan o las facilidades para poder acceder a las inmediaciones de las pistas, porque de ese depende, por ejemplo, que se puedan fotografiar las matrículas de los aviones, y después hacerles un seguimiento en tiempo real durante el vuelo.
Lo explica a Efe Miguel Tapia, que junto a su hijo, siempre que puede, visita un aeropuerto cualquiera, se posiciona para disparar la cámara, y cosecha importante tesoros, con preferencias, por ejemplo, por el aeropuerto de Málaga, el tercero de España en dimensiones y tráfico.
Tapia explica que un "spotter" es una persona "que practica el 'spotting', que consiste en la observación y registro de aeronaves de todo tipo, aunque de forma preferente los aviones de líneas aéreas comerciales de todo el mundo, con lo que podemos decir que se trata de un apasionado de la aviación y la aeronáutica en general".
El origen de esta curiosa afición se encuentra en la Segunda Guerra Mundial "cuando eran personas voluntarias que se apostaban a lo largo de la costa del Canal de la Mancha en acantilados, faros o edificios, oteando expectantes el horizonte ante la amenaza de un bombardeo inminente por parte de la aviación alemana".
"Gracias a ellos, las alarmas se podían activar en Londres con la suficiente y necesaria antelación para que la población pudiera refugiarse en lugares seguros", señala Tapia.
Ahora, siempre se encuentra alrededor de un aeropuerto ya sea en el perímetro cerrado o puntos de observación o terrazas, e incluso organizados en plataformas, con el objetivo de "cazar aviones (nuevos modelos, pinturas, elementos extraños o visitas de compañías poco habituales son la presa más valorada), ya sea despegando, aterrizando o rodando por el aeropuerto".
Concretamente, Miguel Tapia explica que en el aeropuerto San Pablo de Sevila hay dos puntos de observación ubicados en ambos extremos de la pista 27 del aeropuerto.
"Se utilizará uno u otro dependiendo del sentido de entrada y salida de los aviones, lo que varía en función de la dirección del viento ya que los aviones necesitan tener el viento en contra para despegar", indica.
Aunque no solo los aviones en sí mismos son su objetivo, ya que "hay 'spotter' que organizan visitas a otros aeropuertos, incluso de otros países para poder ampliar su colección", y todo ello "armados con material básico, como una libreta, un bolígrafo y unos prismáticos".
Hoy día, "el equipo esencial para disfrutar al máximo de las observaciones se completa con una cámara fotográfica y uno o varios teleobjetivos dependiendo de la distancia al objetivo y el campo de visualización que quieras sacar en la fotografía".
Su trabajo se completa con elementos como un escáner de radiofrecuencias "que te permitirá escuchar las conversaciones entre los controladores y los pilotos en las maniobras de aproximación de la nave al aeropuerto", de modo que "cada aeropuerto tiene su propia frecuencia la cual es pública y conocida por lo que no se incurre en ningún tipo de delito ya que con el escáner sólo escuchas las conversaciones sin posibilidad de interferir en nada".
Hoy día, los "spotter" mantienen bases de datos con cientos o miles de imágenes de todo tipo de aviones, compañías, pinturas y situaciones, y sobre todo matriculas, porque "cada avión tiene una matrícula, como los coches, y al tener una gran base de datos con cientos de matrículas, hay apps como Flightradar que te permiten rastrear la ubicación en el mundo de cualquiera de esos aviones desde un smartphone en cualquier momento".