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Sevilla

Cien años de la alternativa de Belmonte en Sevilla y Madrid

Las dos capitales organizan numerosos actos en homenaje a la figura del genial matador de toros

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  • El arma del suicidio -

Las ciudades de Sevilla y Madrid conmemoran estos días con actos de diversa índole el centenario de la alternativa del legendario torero Juan Belmonte, que se cumple este miércoles, 16 de octubre.
En Sevilla se inauguró anoche una exposición sobre la figura del diestro trianero y de su eterno rival, el también sevillano Joselito el Gallo, cuyo centenario de alternativa se celebró el pasado año.

Bajo el título “Joselito y Belmonte, una revolución complementaria. 1914-1920”, y organizada por el ayuntamiento de Sevilla, la exposición permanecerá abierta hasta mediados de diciembre en dos sedes distintas.

El mismo día 16, en el salón de carteles de la Real Maestranza de Caballería, se inaugura un curso monográfico sobre Belmonte a iniciativa de la Cátedra Sánchez Mejías de la Universidad de Sevilla, en el que también se presentará el libro “Juan Belmonte, a un siglo de su alternativa”, de Santi Ortiz.
En Madrid, el mismo día en que se cumplen los cien años de la alternativa de aquel al que llamaron el ‘Pasmo de Triana’, el ayuntamiento y la Comunidad de Madrid dedicarán una placa en su recuerdo en la fachada del número 42 de la calle Alfonso XII, donde Belmonte tenía su casa en la capital de España.

Aquel 16 de octubre de 1913, entre una gran expectación, Juan Belmonte tomó la alternativa en la antigua plaza de toros de Madrid, situada exactamente donde ahora se levanta el Palacio de los Deportes.

El cordobés Rafael González ‘Machaquito’ ejerció como padrino del doctorado taurino del trianero en una corrida cuyo cartel completaban Rafael el Gallo y toros de Prudencia Bañuelos, de los que cinco fueron devueltos a los corrales por su flojedad o mansedumbre en medio de un gran escándalo.
La fama de Belmonte venía acrecentándose desde sus tiempos de novillero, en los que su forma de torear ya sedujo e interesó a gran parte de la elite cultural de su tiempo, hasta el punto de que Valle-Inclán y otros señalados intelectuales le tributaron un homenaje de admiración en el parque del Retiro.

En la invitación para dicho acto se aseguraba que “capotes, garapullos, muletas y estoques, cuando las sustentan manos como las de Juan Belmonte y dan forma sensible y depurada a un corazón heroico como el suyo, no son instrumentos de más baja jerarquía estética que plumas, cinceles y buriles, antes los aventajan porque el género de belleza que crean es sublime por momentáneo”.
La quietud de Belmonte, el inusitado temple con que toreaba con la capa y la muleta y el ostensible patetismo de su débil figura enfrentándose a los toros dieron a la tauromaquia un inédito rango estético que la adentró en la modernidad.

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