Los viandantes, ciclistas, turistas sentados al aire libre en los veladores de los numerosos restaurantes allí existentes y hasta los pasajeros de los tranvías que cerca de la medianoche del sábado viajaban por la sevillana calle de San Fernando todavía podían ver apostada frente a la sede regional del PP (A) una dotación de la Policía Nacional que, con cerca de 40 grados de temperatura, había permanecido allí desde por la tarde, en paralelo a la celebración en Granada del congreso de los populares andaluces, en que el acalde sevillano, Juan Ignacio Zoido, había sido elegido como sucesor de Javier Arenas al frente de sus correligionarios y tras pronunciar un discurso en su habitual tono populista y sentimental.
Zoido, en su intervención, había secundado la línea argumental del discurso del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el cual, tras venir de aprobar el Consejo de Ministros el mayor hachazo de la historia al Estado del Bienestar, expresó ante los suyos que podían salir a la calle sin agachar la cabeza, porque -dijo- “no tenéis nada de qué avergonzaros”. Y, sin embargo, el líder nacional que instaba a sus militantes a dar la cara y tener la cabeza alta ante sus conciudadanos pese a los recortes que merman el poder adquisitivo de trabajadores, funcionarios, pensionistas y clases medias, era el mismo que había adelantado en un día la clausura del congreso y su retorno a la Moncloa por miedo o vergüenza a enfrentarse a una anunciada manifestación para el día de la clausura a las puertas del Palacio de Congresos de Granada. Y eso que su ministra de Trabajo, la onubense Fátima Báñez, había reconocido que “hay gente muy enfadada, y lo tenemos que comprender”.
Zoido abundó en esa supuesta conexión de los políticos del PP con la calle, a la que a la hora de la verdad rehúyen, cuando habló de “la terrible imagen del político lejano; la cultura de que la clase política vive al margen de la sociedad y de sus verdaderos problemas, como una casta de privilegiados”. Y, no obstante, la delegada del Gobierno enviaba a la Policía a montar guardia bajo un sol inclemente delante de la sede del PP en la calle San Fernando por miedo a la indignación de la gente, que así, con este tipo de gestos, sigue viendo a ciertos políticos al margen de la sociedad a la que dicen representar.
La micropolítica como modelo
El nuevo presidente del PP andaluz, alcalde de Sevilla, diputado en el Parlamento autonómico y presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, Juan Ignacio Zoido, anunció ante los congresistas de su partido que exportará a toda Andalucía su modelo de acción política, que le ha dado la Alcaldía de Sevilla por mayoría absoluta y que no es un invento de Zoido, ya que éste se ha limitado a su vez a importar hasta Sevilla las prácticas de Pedro Rodríguez en Huelva de estrechar todas las manos de aquellos con los que se encuentra en la calle; visitar todos los barrios y hacerse fotos -en su caso él era fotógrafo profesional- , de forma que no hubiera ningún onubense que no lo conociera ni dejara de saber que el alcalde era él.
“Muchos sabéis -dijo Zoido ante el plenario de su partido- que he estado en cada uno de los rincones más humildes de los barrios de Sevilla. Con mis propias manos he sacado basura del Vacie porque nadie lo hacía. Y ahora os confieso que estoy dispuesto a hacerlo nuevamente, a hacerlo en cada rincón y en cada pueblo de Andalucía”.
El discurso de Zoido, que se ha rodeado de alcaldes en su Ejecutiva y estructurado el PP (A) en clave municipalista, contenía en primer lugar una promesa prácticamente irrealizable, salvo que el alcalde de Sevilla dedique más de dos años seguidos a recorrer todos y cada uno de los casi 800 municipios de la comunidad autónoma, como hizo Javier Arenas en los cuatro años previos a las elecciones autonómicas.
"Carretera y manta"
La diferencia esencial entre Arenas y Zoido para esta política populista de ‘carretera y manta’ es que el primero, sin responsabilidades de gobierno y con todo el tiempo del mundo por delante, se podía permitir el lujo, que era pura necesidad de supervivencia para el PP, de recorrerse Andalucía de Norte a Sur y de Este a Oeste sin que nadie le echara de menos en otra parte.
El problema de Zoido es justamente el contrario: ha contraído tantas responsabilidades, condicionado por la opinión públicamente expresada por Arenas de que él “puede con todo”, que el hecho de concentrarse en una de sus numerosas funciones es a costa de sustraerle el tiempo a todas y cualquiera de las restantes. Esta estrategia del Zoido políticamente pluriempleado no suma ni siquiera cero, sino que a la larga arrojará resultados negativos y contribuirá a incrementar su imagen de alcalde ‘mediopensionista’ que sacrifica los intereses de Sevilla por los del PP andaluz, algo que Espadas y Torrijos no dejan de remarcar cada vez que se les presenta la ocasión.
Tiempo detraído
Y cada vez que Zoido, como dijo en su discurso ante el congreso del PP (A) en Granada, vaya a sacar basura o a arreglar bancos y farolas en un municipio de Andalucía, será tiempo que le quitará a poder hacer esos mismos arreglos en los barrios de Sevilla. Cada vez que Zoido esté recorriendo un barrio de una ciudad o pueblo andaluces para tratar de mantener o aumentar la cuota de votos logrados por Javier Arenas, estará dejando de recorrer los barrios sevillanos y de mantener ese contacto tan directo con los vecinos que le dio los veinte concejales y la mayoría absoluta en la capital.
Por tanto, en su dispersión, Zoido corre el riesgo de que el voto que pudiera ganar en Almería o en Huelva lo acabe perdiendo en su feudo de Sevilla dejado al descuido o en manos de sus subalternos políticos, ninguno de ellos tan conocido de los votantes ni dotado de su carisma y facilidad para la distancias cortas.
El alcalde de Sevilla y presidente del PP (A) no ha reparado en que la micropolítica de atención al mobiliario urbano, la basura y los problemas cotidianos de los ciudadanos en los barrios, que pueden valer pensando en unas elecciones municipales con mensajes simplistas, puede ser contraproducente para abordar los problemas y la gobernanza de una comunidad autónoma como Andalucía, la más poblada de España y tan extensa como Portugal.
Temario macropolítico
En la micropolítica Zoido se siente cómodo navegando en los pequeños compromisos a futuro y con el populismo de estrechar manos y lanzar sonrisas, pero Andalucía se enfrenta a problemas y retos de macropolítica que exigen respuestas y soluciones mucho más complejas que la de retirar basura con una pala o reponer bancos y farolas rotos.
¿Cómo abordaría Zoido en su programa la misma cuestión del impacto en la comunidad andaluza de los recortes aprobados por el Gobierno de la nación cuando en Extremadura su correligionario Monago no ha apoyado a Rajoy, al igual que otros políticos de comunidades gobernadas por el PP? ¿Cuál sería la posición de Zoido ante la laminación de la ley de Dependencia por la vía de los hechos consumados; ante la quita o incluso las ayudas a los parados cuando entre nosotros tenemos un millón de andaluces en el paro; ante los continuos ataques desde Cataluña a Andalucía por parte de CiU, que apoya a Rajoy en sus recortes, y la posición catalana de lograr un concierto económico propio al margen del resto de comunidades autónomas; ante el incumplimiento del Gobierno de nuestro Estatuto de Autonomía en cuanto a inversiones por nuestra población se refiere….? Y hasta ante el, reivindicado por él mismo, estatuto de capitalidad para Sevilla frente a la oposición de Málaga.
Son cuestiones de alta política para las que Zoido todavía no ha necesitado dar respuesta como alcalde de Sevilla pero ante las que tendrá que pronunciarse como presidente del PP (A) más allá de su ya manida fórmula de la pala, el banco y la farola.
Reválida
Por otra parte, si Zoido se va a volcar en recorrer Andalucía en detrimento del tiempo que debe dedicarle a Sevilla como alcalde, se presupone que será con el objetivo a largo plazo de ser también el candidato del PP(A) a la Presidencia de la Junta dentro de cuatro años, pues no tendría sentido que el grado de conocimiento que logre entre los andaluces y la experiencia que acumule en este tiempo fueran arrojados a la papelera con la designación de otro candidato sin tiempo luego para darse a conocer ni acumular un bagaje similar.
Pero para que Zoido sea además de presidente del PP (A) su candidato a la Presidencia de la Junta, primero debe revalidar el triunfo en Sevilla, que tendrá que ser de nuevo por mayoría absoluta si no quiere perder la Alcaldía frente a una futura coalición PSOE-IU, como le ha pasado a Arenas tras las autonómicas con su victoria por mayoría insuficiente.
Y cuanto más se vuelque Zoido en Andalucía para mantener las posibilidades del PP de acceder de una vez a San Telmo, más lo hará en detrimento de Sevilla y poniendo en riesgo su Alcaldía, cuyo mantenimiento es condición ‘sine qua non’ para ser el candidato a la Presidencia de la Junta, ya que difícilmente se concebiría que un alcalde derrotado en las urnas en su propia ciudad o que no retuviera el bastón de mando tuviera el crédito político para aspirar a gobernar la comunidad autónoma.
Ese es el gran problema de Zoido, que por querer estar en tantos sitios a la vez no acabe estando en ninguno, y que por querer ganar Andalucía acabe perdiendo primero Sevilla y quedándose sin opción después para ganar Andalucía.