Berenice

Publicado: 27/10/2024
Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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A la lluvia le pasa lo que al viento: suaves son una delicia, dislocados resultan temibles
Este año el cambio de estación ha desbordado las previsiones y los colectores, con el susto y la preocupación por los daños ocasionados, que suele haberlos. La borrasca conocida como el cordonazo de San Francisco por tener lugar en torno a la onomástica del pobre de Asís, ni un otoño se escapa sin ni sentir el restallido de su cíngulo que parece abrir el cielo, queriendo mostrar el azul dondese oculta. Lo sufrimos durante un día, pero fue terrible, preocupante, imborrable. No se recuerda tanta agua cayendo como para tapar un coche por el oleaje levantado mientras circulaba. A la lluvia le pasa lo que al viento: suaves son una delicia, dislocados resultan temibles.

En cualquier caso, un cambio de estación como éste o el de primavera hay que pasarlo con paciencia y cautela, porque son todo menos apacibles. De todas formas, en nuestra Isla pudimos ver una estampa sobrecogedora y bella al mismo tiempo, ya que la subida de la marea al inundar la marisma casi en su totalidad la dejó de un plateado tan irrepetible y único como solo un poeta podría describir, unos tonos en los árboles, en las flores y en la hierba inapreciables en un día de sol. Agua bendita no solo para los frutos del campo, sino también abono esparcido sobre la marisma para que entre la salicornia broten en breve los vinagrillos.

Berenice ha sido el nombre elegido para la borrasca y aunque no coincide con su aparición en el cielo, bien pudiera ser por el golpe de la melena que esta reina egipcia ha propinado a las nubes, una reina transformada en constelacióncomo premio a su paciencia, un golpe tan fuerte como lo fue ella en vida, aunque se conozca muy poco de su personalidad. Este coletazo ha causado roturas de huesos por los resbalones y malas caídas, con el reposo obligado como tratamiento, cuarenta días que aún no han prescrito y a los que habrá que sumar algunas semanas de rehabilitación. A estos sufridores les resultará costoso olvidar, porque lo será para todos, pero mucho peor será sobrellevar la carga impuesta por la inmovilidad, sobre todo si son personas activas.

La otra cara de esta estampa es el período de tranquilidad climática que estamos viviendo por nuestra zona, con el frío llegando despacio, dejándonos acariciar por estas bajadas de temperatura que tanto echábamos en falta, oyendo repetir como un eco el refrán de turno. Vivimos en un lugar privilegiado, un lugar soñado por tiran para este rincón del sur a disfrutar del aire y la claridad, un lujo temporal, un lujo que nosotros disfrutamos a diario con la certeza de que Berenice no volverá y San Francisco ha guardado el cíngulo hasta el año que viene.

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