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Ronda

El hombre que cuidó con celo los jardines rondeños

Manuel Jiménez, jardinero del Ayuntamiento hasta hace unos días por haberse recién jubilado, era uno de los más veteranos trabajadores municipales. Sus compañeros de la brigada de jardines le han brindado un homenaje

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  • Una imagen con mucha historia -

Admite ser uno de los más veteranos trabajadores municipales, de cuantos más años han pasado trabajando para la casa grande, pero modestamente niega tener más experiencia que cualquiera de sus compañeros, y eso que fue maestro para muchos de ellos. Manuel Jiménez Bravo es un amante de la jardinería, a la que dedicó toda su vida. Desde 1980 prestó sus servicios en la brigada de parques y jardines, donde se ha jubilado a los 65 años. Hasta antesdeayer no tuvo miedo en encaramarse a los árboles; su hija y sus conocidos, entre ellos quienes estuvieron al frente de la delegación de parques, recuerdan “su temeridad” al subir a algunos árboles, rememoraba estos días Victoriano Borrego, compañero de RONDA SEMANAL quien, cuando Manuel empezó a trabajar en el Ayuntamiento, ostentaba la concejalía de parques. Muchos de sus antiguos compañeros le han brindado esta semana pasada un homenaje por sus años de dedicación; para despedirle: “Fue maravilloso. Fue una gran sorpresa porque esperaba que viniesen unos cuantos de los que ahora estamos trabajando, pero han venido muchos antiguos compañeros que no esperaba, alguno de ellos enfermo, como Gregorio; otros que ya no trabajaban siquiera en los jardines. Fue una gran sorpresa. Lo pasamos muy bien”, refiere el protagonista. En la fiesta estuvo el actual concejal responsable de los parques públicos, Ángel Vázquez.

Hablar con Manolo Jiménez de parques es hablar de una verdadera devoción: “Mi vida antes del Ayuntamiento estuvo en el campo; así te tienen que gustar los árboles y las plantas sin remedio”, nos cuenta en la Alameda del Tajo, el lugar que elegimos para la entrevista: “Yo empecé trabajando en Blas Infante; en la Alameda también estuve, este es sin dudas el gran parque de Ronda, su pulmón más grande y más interesante; he pasado por todos y cada uno de los jardines de la ciudad, sin dejar atrás ninguno; unas veces he estado en parques trabajando solo, y otras he estado en la brigada volante, cada día en un lugar distinto”.

Entrar en la brigada “fue muy bonito. He aprendido muchísimo en estos años. Recuerdo con nostalgia los primeros años, cuando se trabajaban de verdad los parques, cuando había una gran plantilla. En su día llegamos a ser 17 empleados; ahora éramos 5 y el encargado. Antes había flores en los jardines; hoy sólo se ve tierra y gomas. Ha cambiado todo mucho. De jardines que eran grandes jardines, hemos pasado en Ronda a tener unos pocos árboles y arbustos, casi sin ninguna floración, y pare usted de contar. En los veranos y la primavera había en nuestros jardines unos mantos de flores preciosos que ya no tenemos”, se lamenta.

Y si Manuel Jiménez debe quedarse con un árbol, no duda en elegir las palmeras: “No puede ver una palmera sin limpiar”, nos cuenta su hija, quien para el encuentro prepara antiguas fotografías que revelan cómo ha pasado el tiempo. Una de las imágenes, impresionante, enseña a varios empleados municipales durante un curso formativo, rodeados de cuerdas, colgados a los árboles: “Éramos como monos. Si no servíamos para colgarnos, no podíamos comer, como cuando trabajaba en el campo. Hay que saber subirse a los árboles”, cuenta; sobre las palmeras añade que “un jardín sin palmeras no es un jardín. Y una palmerita medio limpia es muy muy vistosa”, añade. Y le preguntamos: ¿Se puede combatir realmente el picudo?: “Es muy duro el asunto, pero tratándose, sin que se pueda eliminar porque es casi imposible, al menos sí se puede contener la plaga. Decir que se puede eliminar sería hablar más de la cuenta, pero desde luego hay que tratarlo para contenerlo”.

Siguiente pregunta: ¿Tiene alguna flor preferida? “Todas las flores son preciosas”, responde. Pero precisa: “Las rosas y la peonia son unas flores muy bonitas. Aunque todo buen jardín con floración es bonito.

¿El trabajo fue duro? “Trabajar en los jardines te tiene que gustar. Porque hay que dedicarle tiempo y cariño. Cuando aflojas un poco, todo se te junta, y entonces no hay remedio. Hay que dedicar el tiempo que merece la poda, el recorte, la labra, el riego...”. Y Manuel, al fin, se libró del verano, “el tiempo más duro para trabajar en los jardines”.

Quienes le conocen, aseguran que no parará de trabajar en ellos.

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