Alertan del ansia de las marcas por ?patentar la naturaleza?

Publicado: 01/12/2008
¿Se puede patentar la ley de la gravedad? ¿Y el segundo principio de la termodinámica? Para el investigador del CSIC Antonio Lafuente está claro que no, aunque alerta del ansia de las multinacionales por ?apropiarse? de algunos elementos de la naturaleza para así poder comercializarlos.
¿Se puede patentar la ley de la gravedad? ¿Y el segundo principio de la termodinámica? Para el investigador del CSIC Antonio Lafuente está claro que no, aunque alerta del ansia de las multinacionales por “apropiarse” de algunos elementos de la naturaleza para así poder comercializarlos.


 

Lafuente señala que si primero fueron la genética y la biotecnología, ahora es la nanoindustria (basada en materiales de microescala: un nanometro es la milmillonésima parte de un metro) la que está utilizando la fórmula de la patente para quedarse con el monopolio de elementos básicos, “no de propiedades inventadas, sino descubiertas”.


 

En una entrevista con Efe, Lafuente subraya que la política científica ha de saber diferenciar entre lo que es un descubrimiento y lo que es una invención.


 

“Es normal que las invenciones estén protegidas. Que se garantice la inversión hecha y se permita al investigador y a la empresa tener un monopolio sobre la misma. Pero ahora hablamos de algo nuevo: estamos permitiendo que se patente y que haya derechos de propiedad sobre el descubrimiento de fenómenos naturales que estaban ahí y que deberían seguir estando”, alerta este investigador.


 

Lafuente, uno de los divulgadores científicos más conocidos de España, que recientemente participó en Barcelona en una jornada sobre El gobierno de los riesgos en la nanotecnología, ve increíble que se estén vendiendo incluso los colores, las formas de producir una intensidad, que sólo se puede lograr con una sustancia nanotecnológica, “pero eso, es patentar un color”, se lamenta.


 

Formas de carbono, conocimientos indígenas, nanocristales, genes o secuencias genéticas –como ya denunció en su obra el recientemente fallecido Michael Crichton– son “apropiaciones” que puedan llegar a retardar los avances médicos para luchar contra enfermedades mortales y aumentan los costes de tratamiento de forma exorbitante.


 

Lafuente explica el caso de unos investigadores a quienes se les ha permitido patentar que el cuerpo reacciona “de una determinada manera” frente a una sustancia. “Es ridículo”, dice el investigador.

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