A solo unos días del inicio del nuevo curso escolar,
los docentes no ocultan el temor que infunde el regreso a las aulas seis meses después de la interrumpción de las clases.
“Está resultando un thriller psicológico”, admite Rocío Monedero, profesora de un módulo sanitario de formación profesional en el instituto de La Granja, en Jerez, y uno de los
cinco profesores consultados con la particularidad de desempeñar un cargo público u orgánico o ser simpatizante de cada uno de los partidos con representación en el Parlamento de Andalucía por la provincia de Cádiz.
“No tiene buena pinta.
Hay que asumir que habrá problemas y contagios”, advierte la concejala de Adelante Jerez, quien lamenta que “
ha existido descoordinación porque no ha habido interés debido”, apuntando directamente a la Junta de Andalucía.
“Hemos recibido las últimas instrucciones el 31 de agosto (aun la Consejería de Educación habría de mandar este viernes, con posterioridad a la conversación, una nueva circular)”, señala, por su parte, Juan Oliveros, ex edil del PSOE en el Ayuntamiento de Sanlúcar y maestro en el colegio Caridad Ruiz, de La Algaida, “y la formación de los coordinadores Covid comenzó el 1 de septiembre”.
“Todo va tarde”, exclama, como “la contratación del profesorado de refuerzo”. Con todo, no es lo que más le preocupa. “El consejero (de Educación, Jesús Aguirre) ha planteado que en clase, con mascarilla no sea necesaria la distancia sanitaria,
como si el virus en el aula fuera muy educado o pedagógico”, ironiza.
“Nos sentimos desprotegidos”, apostilla Blanca Armario, profesora de Primaria de un centro de Arcos en el que ejerce, además, de directora, y miembro de la comisión gestora de Vox en la provincia. Armario subraya que “se han tomado decisiones rápidas” y, al hilo de las declaraciones de Oliveros respecto a la distancia sanitaria, se queja de que
“no se ha tenido en cuenta el espacio físico de cada centro”.
“El curso pasado tenía un grupo que no cabía en el aula”, relata Monedero, quien ha llegado a impartir lecciones a
hasta 34 alumnos en una sola clase durante un curso.
Hay miedo “desde educación infantil a la universidad, en todos los estamentos, desde los alumnos o el personal administrativo y de servicios al ámbito directivo”, explica Francisco Fernández Acero, microbiólogo, profesor de la UCA y simpatizante de Ciudadanos.
Fernández Acero asegura que
ha echado de menos “más información para padres, estudiantes y docentes” y más participación en la toma de decisiones “de abajo a arriba”. Pero, explica, ha sido imposible “por la desafección del Gobierno central y la desaparición del ministro (de Universidades, Manuel Castells)”. “Los profesores de la UCA no sabemos siquiera cuándo o si nos haremos tests antes de clase”. Pese a todo,
apuesta por volver “a recuperar el máximo nivel de normalidad”, con todas las precauciones.
En igual sentido se expresa Vicente Fernández, presidente del PP en Puerto Real que imparte un módulo de lavandería a alumnado con necesidades educativas especiales en el instituto Blas Infante de San Fernando. “No hemos podido tener aún el primer claustro, pero los instrumentos puestos a disposición por la Junta no están mal, habrá que ver sobre la marcha cómo funcionan”, afirma, aunque confiesa que “hay muchas dudas”.
La suspensión del curso por la declaración del estado de alarma generó incertidumbre y estrés. “Es lo que nos espera ahora”, coinciden todos, “por lo que
es muy importante tener presente la salud emocional”, especialmente de los alumnos, remarca Oliveros. Armario aporta optimismo: “Ya hemos demostrado que la comunidad educativa ha sacado a flote la educación”.
Quizá también ayude rebajar la crispación que se está viviendo en las últimas semanas, propone Fernández Acero, porque
“quien quiera sacar rédito político del inicio del curso escolar simplemente no sabe por lo que estamos pasando”, concluye.