Entre los más de 22.000 asistentes al festival de música de Las Vegas sobre los que abrió fuego Stephen Paddock se encontraban varios bomberos del condado de Los Ángeles que, a pesar de estar fuera de servicio, no dudaron en salvar vidas en una escenario similar al de "una zona de guerra".
"Estimamos que hay al menos 40 bomberos del condado hospitalizados, eso sin contar parejas, amigos y familiares", dijo a Efe Rick Godinez, capellán y capitán del departamento de bomberos de Los Ángeles, que acudió al lugar de los hechos inmediatamente.
"Al festival fueron muchos empleados del cuerpo, algunos jubilados, pero nosotros nunca estamos fuera de servicio. Llevaron a cabo actos heroicos", agregó.
"Salvaron muchas vidas. Estamos acostumbrados a incidentes dramáticos, pero nadie te prepara para algo así. Lo que me han relatado (...), aquello era una zona de guerra, esquivando balas y el caos para, en apenas milésimas de segundo, tomar decisiones a vida o muerte", explicó Godinez.
"Más que preocuparse por sí mismos, actuaron para defender a sus familiares y seres queridos, al mismo tiempo que arrastraban a heridos y llevaban a la gente a zonas seguras en cuanto podían", apuntó.
Stephen Paddock, un hombre blanco de 64 años, disparó con armas automáticas el domingo por la noche desde una habitación del hotel Mandalay Bay de Las Vegas contra los asistentes al festival, provocando 59 muertos y más de 500 heridos.
Paddock se suicidó poco después al ser asediado por un equipo de la unidad de elite SWAT.
Uno de esos espectadores que salvaron la vida fue Justin Burton, que cubrió a su esposa mientras sonaban los disparos y sobrevivió a pesar de recibir dos balazos en la espalda.
"Nos lo estábamos pasando en grande y de repente empezamos a escuchar como fuegos artificiales. Nos parecía algo normal, pero rápidamente nos dimos cuenta de que no lo eran y nos agachamos al principio como prevención. Instantes después, la gente salió despavorida y nosotros también", relató Burton tras recibir el alta.
Para el personal del hospital Sunrise, que acoge a varias decenas de heridos, han sido las horas más difíciles de sus vidas.
"Traté a 60 personas y estuve presente en unas 25 operaciones", explicaba a Efe Stephanie Davidson, anestesista del centro médico.
"Muchos llegaron al hospital aterrados, no comprendían qué les había sucedido. Estaban en shock. Nunca había visto algo así. Al menos, encuentro alivio en la fenomenal respuesta de la población de Las Vegas. No sé si ha sido inesperado, porque sé que es una comunidad fuerte. Pero necesitábamos ese apoyo", declaró.
Además de las abrumadoras donaciones de sangre y el flujo constante de comida y bebida para los hospitales, un fondo de ayuda creado para las víctimas ha recaudado más de cuatro millones de dólares.
"Todo esto nos da fuerza para seguir adelante", recalcó.
Kelly Kogut, cirujana de pediatría del hospital, no podía imaginar "la pesadilla" que le esperaba el domingo por la noche.
"Todos acudimos de emergencia sin saber qué ocurría. Sinceramente, pensaba que llegaría allí, esperaría un rato, me dirían que no me necesitaban y me iría a casa, como en tantas otras ocasiones", relató Kogut a Efe.
"Sin duda, me quedo con la respuesta de la gente. Cada uno en lo suyo. Yo puedo operar y es lo que hice. Todo el mundo dejó sus quehaceres y decidió ayudar y hacer lo necesario. Es un factor muy positivo dentro de esta horrible situación", sostuvo.
En Las Vegas hay mucha expectación por escuchar mañana in situ las palabras del presidente de EEUU, Donald Trump, quien este martes mismo dijo que "en algún momento" podría mostrarse abierto a una discusión sobre el control de las armas en el país. "Pero no hoy", recalcó.
"Creo que es el momento de que las leyes cambien", manifestó Kogut. "Pero, sinceramente, creo que no va a ocurrir. Los políticos que tenemos lo van a impedir".