Un estudio en el que participan investigadores malagueños analiza el papel de la intervención psicológica para mejorar los síntomas depresivos leves o moderados
Un estudio en el que participan investigadores malagueños analiza el papel de la intervención psicológica para mejorar los síntomas depresivos leves o moderados en pacientes que han sufrido COVID-19.
En el estudio participan profesionales del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga y el distrito sanitario Málaga-Guadalhorce, que se basan en alteraciones de biomarcadores relacionados con la neuroinflamación y el sistema inmunológico, según ha informado la Junta en un comunicado.
Para el estudio de estos biomarcadores han participado en el ensayo 66 pacientes con una depresión leve o moderada, atendidos desde la propia atención primaria.
Se han medido los biomarcadores antes y después de la intervención psicológica en línea, de una duración de doce semanas, y se ha observado una disminución de hasta nueve puntos en la Escala BDI, una de las herramientas empleadas por los profesionales para medir la severidad de una depresión.
El investigador Pablo Romero ha señalado que se han observado además de respuestas cognitivas o conductuales, otras más fisiológicas como pérdida o aumento de peso, alteraciones del sueño y componentes más biológicos como la disminución de la libido.
El especialista ha recordado que la depresión es “una enfermedad que conlleva una enorme cantidad de síntomas que no tienen por qué coincidir todos a la vez, sino que pueden alternarse en el tiempo la aparición, disminución o aumento de la intensidad de los mismos”.
En este estudio los investigadores señalan que se produce una disminución significativa de las quimiocinas, pequeñas proteínas secretadas por las células para movilizar y activar los glóbulos blancos que combaten la infección, siendo clave en la intervención de muchas respuestas inmunitarias e inflamatorias del organismo.
Ha indicado que el estudio apunta a que las quimiocinas tienen un papel en la depresión y "los efectos de neuroinflamación de la depresión que influyen de manera directa en el cuadro clínico del paciente”.
El estudio puede aplicarse a los pacientes que han sufrido COVID-19, pues "el coronavirus tiene la capacidad, como otros virus, de activar profundamente en paciente el sistema inmunológico provocando una tormenta de citoquinas", que pueden generar numerosas alteraciones, ha señalado el doctor Fernando Rodríguez de Fonseca.
Algunas de esas alteraciones pueden ser “abrir la barrera hematoencefálica, provocar cambios en neurotransmisores, generar inflamación y modificar la transmisión”, cambios que se traducen en el comportamiento del paciente y que "pueden desembocar en un estado afectivo negativo o, incluso, en una depresión", ha explicado.
El investigador propone a la terapia cognitivo-conductual por parte de psicólogos, ayudada por la aplicación de las nuevas tecnologías de la comunicación, para reducir la activación del sistema inmunológico en pacientes que están en casa, que no son graves, pero que pueden tener una situación depresiva.
Ambos profesionales coinciden en que contra el COVID-19 "hay que luchar con todas las herramientas", y en el aspecto de la salud mental, "la intervención psicológica supone una vía que no supone excesivos riesgos para mejorar el estado de ánimo y la calidad de vida de los pacientes”.