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Jerez

“No me quiero ver empotrada en una cama; necesito una solución”

Isabel María Vega, de 41 años, lleva cuatro tomando calmantes contra los dolores y pinzamientos a causa la pesadilla que vive por culpa dos hernias discales

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  • Isabel muestra una de las reclamaciones al Hospital de Jerez -

Isabel María Vega tiene 41 años, de los cuales los últimos cuatro los ha pasado atiborrándose de pastillas para calmar los dolores lumbares y los pinzamientos que le provocan las dos hernias discales (D5-L1) que tiene. Ha probado todo tipo de calmantes y ya casi pierde la cuenta de los que se toma al día para tener una jornada medio normal y poder dormir, porque asegura que hay noches en las que le resulta imposible pegar ojo.  Según relata a Viva Jerez su problemas comenzaron  con una leve hinchazón de una pierna, a la que no le dio demasiada importancia pensando que podría ser por sobrepeso o por retención de líquidos. A partir de ahí, como señala, todo fue a peor. “Los dolores de espalda cada vez van a más y ya no puedo aguantar  nada de tiempo ni sentada ni acostada; ahora ya me está cogiendo también un brazo”, señala mostrando los informes y las últimas reclamaciones que ha presentado en el Hospital de Jerez, donde en este tiempo el traumatólogo la ha visto dos veces, la última en marzo. En esa fecha, le mandaron rehabilitación, y tampoco le han llamado para comenzar, mientras que también le han denegado tratarse en la unidad del dolor,  apuntando a que es el traumatólogo quien le tiene que derivar. “Cómo me va a derivar mi traumatólogo si llevo esperando que me dé cita desde junio”, explica indignada.

Tal y como expone, ni el especialista, ni su médico de cabecera le han dado una solución, sino que al final se marcha a casa llena de recetas de calmantes que ya no le hacen efecto, mientras su malestar va a más, al igual que el riesgo de caídas, después de haberse precipitado al suelo varias veces.  “Voy al médico y me dice que pruebe otras pastillas, en Urgencias me pinchan calmantes también, y así llevo cuatro años liada.  No me quiero ver empotrada en la cama o en una silla de ruedas, y se lo he dicho a mis hijos, que antes me quito de en medio. Necesito que me den una solución”, señala sin poder evitar las lágrimas. Una solución que, a juzgar por el informe de un especialista privado que ha realizado una exploración rigurosa a Isabel y ha estudiado su caso, pasaría por cambiar todo el tratamiento y plantearse nuevas actuaciones. En dicho informe advierte que la paciente “se encuentra con una calidad de vida muy deteriorada y está dispuesta a cualquier tipo de actuación que le asesoren y le proporcionen”.

Conocedora de otros casos como el suyo, Isabel cada día está más segura de que la única salida es la intervención quirúrgica y, de hecho, tiene claro que si sus circunstancias económicas se lo permitieran “me hubiera operado hace cuatro años”. Una opción que  la Seguridad Social no ha contemplado en estos cuatro años. “No me dan respuesta, sólo me mandan pastillas, y yo me he llegado a tomar hasta cuatro Lexatin de una vez. Las he probado todas”, señala. De hecho, el propio especialista privado también indica en su informe que los tratamientos farmacológicos “no han sido eficaces”, por lo que aconseja un diagnóstico “diferencial”, proponiendo “nucleolisis o ablación por laser” y otros “a considerar”, tras advertir también de los efectos secundarios del abuso de tratamiento antiinflamatorio al que la paciente ya prácticamente es inmune y que le ha provocado molestias digestivas. 

No descarta acudir a los juzgados

De momento, Isabel ha empezado por contar su caso a la opinión pública, pero no descarta ir a los juzgados para denunciar al Servicio Andaluz de Salud (SAS). No ve otra salida para poder acabar con esta “pesadilla”. 

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