Se pensaban que merecía la pena meterse en una hipoteca para tener una “ciudad jardín”, el proyecto que les vendieron, pero más de una década después siguen sufriendo las consecuencias de vivir en una “cloaca abierta”. Así es como denominan muy a su pesar a su barrio los vecinos de La Teja Alta.
Como explica su vicepresidenta, Isabel Canales, este último año decidieron asociarse y constituir la AVV Villas del Este, siguiendo los consejos de la alcaldesa, Mamen Sánchez, en una visita que, al igual que su recomendación, no les ha servido de nada: siguen con la misma suciedad y problemas de olores, tienen a las ratas como inquilinas, y los terrenos colindantes continúan vírgenes. Se trata de los mismos en los que estaba previsto realizar pistas deportivas y unos solares que por ley se revierten al Ayuntamiento para su equipamiento como también lo hace en el valor de las viviendas.
Hartos de ir por las buenas, denunciando su situación a los medios de comunicación y llegando a intervenir en el Pleno para narrar su situación y exigir soluciones, la falta de respuesta de Medio Ambiente y, por ende, del Ayuntamiento, les ‘obliga’ a echarse a la calle. Y así piensan hacerlo. Ya tienen el permiso de la Subdelegación de Gobierno: se concentrarán el próximo sábado 10 de septiembre de 10 a 13.00 horas cansados de que “nadie” en la Administración local les haga caso.
“Es tremendo. Parece que ni les importa que corramos riesgo de incendio para venir a limpiar esto. Pasan de todo, van a su interés particular, si antes nos escuchaban, parece que a partir del Pleno han dicho que ni caso y hasta nos confunden con La Canaleja. En mi última conversación con el delegado de Medio Ambiente le he dicho que se compre una brújula porque que ni siquiera sepa dónde estamos...”, se queja la representante de los afectados de una zona en la que entre las dos urbanizaciones son 1.100 casas unifamiliares.
El mismo “estribillo”
Impotentes de escuchar el mismo “estribillo” por parte de los delegados de Medio Ambiente y Urbanismo, José Antonio Díaz y Francisco Camas, respectivamente, han decidido pasar a la acción después de que las campañas para eliminar las ratas no lleguen al barrio desde hace cinco años. “Siempre nos dicen lo mismo: a ver si podemos solucionar el problema, pero esto ya es como animar al equipo perdedor”.
Su protesta les ha obligado a emplearse a fondo para desinfectar por su cuenta propia el espacio donde instalarán unas mesas informativas este sábado simultáneas a la protesta. El día antes han quedado para limpiar la zona acotada y organizarlo todo para al menos dignificar su concentración. Lo tienen claro: es lo que les queda después de haber recogido más de 200 firmas reclamando la limpieza y el arreglo de este enclave que también entregaron a la alcaldesa y que, como puede comprobarse en cualquier visita a este barrio, también ha sido en vano.