La Real Bodega de la Concha acoge este próximo viernes 15 de abril (21.00 horas) el Pregón de la Romería del Rocío de 2016, que en esta ocasión será ofrecido por Ángel Luis Rodríguez Aguilocho, reconocido cofrade y rociero.
—¿Qué ha tratado de plasmar en el Pregón del Rocío?
—No hay una idea concreta. Un poco contar lo que significa para mí la Romería del Rocío y cómo la vive Jerez. Tengo claro que no se trata de una conferencia ni nada parecido. No voy allí a enseñarle nada a nadie, más bien al contrario, a seguir aprendiendo. El pregón lo que debe conseguir es incrementar las ganas de irnos al camino y de ver a la Virgen. Y con esa idea voy.
—¿Cómo se estructura?
—No tiene una estructura muy definida. Lo concebí como ideas sueltas, sobre temas, momentos o historias sobre los que me apetecía hablar. Los escribí de manera independiente y luego los he ido enlazando. No lleva una estructura cronológica de la romería, porque creo que eso la gente ya lo sabe. Intento saltar de un tema a otro, pero intentando que la gente no pierda la atención al no saber de qué voy a hablar luego. Sí tenía claro desde que comencé a escribir cómo quería empezar y cómo acabar. El resto lo he ido adaptando según escribía.
—¿Debemos esperar algún tipo de sorpresa musical?
—Música habrá, pero no creo que sorprenda a nadie porque la gente que me conoce sabe qué tipo de música rociera o qué tipo de sevillanas me gustan. Yo escucho sevillanas casi todo el año. Sobre eso va la base en el aspecto musical. Eso sí, lo que suene irá en todo momento muy relacionado con lo que yo vaya diciendo. He intentado que el texto y la música vayan de la mano. En esto me han echado desde Jerez una mano una serie de amigos a los que veréis en la bodega y a los que estaré eternamente agradecido. Sin ese cable creo que el pregón quedaría un poco cojo.
—¿Cómo se lleva eso de preparar un pregón desde la distancia?
—Pues mal, para qué negarlo. A veces es difícil inspirarse o encontrar el momento estando tan lejos de la gente, del Rocío, de Jerez. De hecho fue una de las cosas que pensé antes de aceptar. No creo que hubiera escrito un pregón muy distinto estando más cerca, eso nunca lo sabré, pero sí sé que lo hubiera escrito con otro ánimo.
—¿Qué significa el Rocío en su vida?
—Ahora mismo me resulta indispensable. Sacrifico de hecho la mayor parte de mis vacaciones para irme al Rocío, incluso estando lejos como ahora. Es tan rico en vivencias y en momentos que pocas cosas me llenan más ahora mismo. Si a eso unimos los momentos de Fe que allí se viven, no cambio esos días por nada en el mundo.
—¿Qué ha descubierto en el Rocío? ¿Qué le queda por descubrir?
—Descubro cosas cada año, incluso cada vez que voy a la aldea fuera de la Romería. La devoción a la Virgen yo creo que va a más cada día y por algo será. Quizás lo que queda por descubrir sea precisamente eso. Creo que no somos conscientes del tesoro que esta devoción supone. Una vez vino conmigo al Rocío un amigo católico que no era rociero. Al entrar en la ermita se quedó parado un momento, me miró y me dijo muy serio “aquí está Dios…”. Algo hay en ese rincón que a todo el que se acerca le pega un pellizco en el corazón. Me queda y nos queda a todos mucho por descubrir del Rocío. Y lo que más me gusta, me queda mucha gente por llevar al Rocío para que lo descubran.
—¿Qué momento vive la Romería?
—Creo que extraordinario. Siguen creciendo las filiales y eso es señal de que la devoción se expande. El resto, si va más o menos gente el fin de semana y esas cosas me preocupan menos. Es posible que la crisis haya hecho una limpia de gente que iba con motivos no relacionados con el amor a la Virgen. Si es así, bienvenido sea. El Rocío, como la mayoría de nuestras tradiciones, está encontrando la virtud de mantener lo añejo adaptándose a los tiempos.
—¿Qué le sobra y qué le falta?
—No creo que le falte nada. El Rocío es la Virgen y lo que Ella mueve, el resto es accesorio. Creo que en el camino nos hemos acomodado en exceso. Queremos estar, comer, beber, asearnos y movernos en el Coto como si estuviéramos en casa y creo que no debe ser así. Antes la gente se apañaba con menos cosas y no pasaba nada. Además, de vez en cuando nos viene bien esa cura de humildad para darnos cuenta de algunas cosas.