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Un investigador halla una gran ciudad antigua sepultada en el pinar de La Algaida

El investigador sanluqueño Manuel Cuevas ha comunicado a la Junta de Andalucía el hallazgo, mediante fotografías tomadas por satélite

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  • Sillar de argamasa hallado -

El investigador sanluqueño Manuel Cuevas ha comunicado a la Junta de Andalucía lo que considera el hallazgo, mediante fotografías tomadas por satélite, de una gran ciudad antigua sepultada en el pinar de La Algaida, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), junto a la desembocadura del Guadalquivir.

Las fotografías aportadas por el investigador, empresario autodidacta de 52 años, están tomadas por satélite a 700 kilómetros de altitud y posteriormente aumentadas y tratadas.

Dejan ver formas estructurales sepultadas también en el Cerro del Trigo, en el actual parque de Doñana, donde el arqueólogo alemán Adolf Schulten ubicó la antigua Tartessos, a unos seis kilómetros de La Algaida, pero en la otra orilla del río Guadalquivir.

Cuevas ha presentado un escrito en el Registro de la Consejería de Cultura de Andalucía en el que aporta las coordenadas de lo que ha interpretado como cuatro grandes edificios y un poblado, todos ellos de no menos de 2.500 años de antigüedad.

Una de estas estructuras, un edificio o plaza rodeada de más construcciones, llega a medir 360 metros por 180, mientras que otra de las estructuras mide unos 180 por 100 metros, unas dimensiones inusuales para ese periodo histórico.

La zona del pinar de La Algaida tiene una extensión de unos ocho kilómetros cuadrados. Allí pueden interpretarse estructuras de edificios completos, como si se hubieran conservado por haber sido sepultados de golpe al haber sufrido una gran inundación de agua y sedimentos.

Independientemente de esos restos enterrados, Cuevas ha detectado otro tipo de estructuras, de una época más reciente aunque anterior a la etapa romana, como espigones portuarios, canales navegables, restos de muros y cimentaciones que podrían haber sido embarcaderos y otras que ofrecen líneas paralelas y cuadrículas de dimensiones similares a las de las calles de una ciudad.

Ante estas fotografías, que Cuevas interpreta como "evidencias", el investigador ha pedido apoyo de la Consejería de Cultura para efectuar un estudio de tomografía eléctrica para determinar a qué profundidad se hallan los muros que están más próximos a la superficie para poder hacer una excavación, además de para tomar más fotografías aéreas de la zona.

Responsables de la Consejería, que han visto las fotografías de Cuevas y escuchado sus explicaciones, le han remitido a la Delegación de Cultura de Cádiz, donde debe presentar un proyecto de investigación avalado por una universidad andaluza, para dotarlo de carácter científico y académico.

Entre otros especialistas, Cuevas ha contactado con el catedrático de Arqueología de la Universidad de Sevilla Ramón Corzo, quien ha mostrado interés por los indicios revelados por las imágenes del satélite, las cuales considera que deberían comprobarse científicamente con una excavación o al menos con unas catas o con tomografías.

En la zona de La Algaida se hallaron hace años restos turdetanos -los turdetanos fueron un pueblo prerromano que habitaba la Turdetania, región que abarcaba el valle del Guadalquivir desde el Algarve en Portugal hasta Sierra Morena, coincidiendo con los territorios de la antigua civilización de Tartessos- y romanos en el lugar denominado El Tesorillo.

A una cierta distancia de allí, Cuevas tiene localizadas numerosas piedras con argamasa, sillares y restos de muros enterrados.

El investigador, quien lleva años dedicado a estos estudios, ha lamentado la "falta de entusiasmo" que encuentra entre los arqueólogos, si bien es consciente de que estructuras arquitectónicas como las que está seguro de haber detectado, por la profundidad a que se encuentran y la evolución del nivel del mar en la zona, tendrían una antigüedad superior a la de las grandes estructuras faraónicas y mesopotámicas.

Algunas de estas estructuras, por la profundidad a que se hallan, remiten al periodo en el que la desembocadura del Guadalquivir era un enorme estuario, en el que el agua del mar cubría la actual Sevilla, una época en la que no se conocía tecnología para construir semejantes estructuras y remitiría a los ámbitos del mito, a una civilización perdida.

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