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Jerez

¡Ay, la Feria! ¡Qué bonita es la Feria!

Es curioso como al tiempo que aumenta la ingesta de fino tu lenguaje se vuelve pastoso, pesado y lento, casi ininteligible

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  • Ambiente en el interior de una caseta de la Feria de Jerez. -

Ay la Feria. Qué bonita es la Feria… maldita sea la Feria...

Es increíble cómo un solo evento es capaz de levantar tanto pasiones como animadversión. Se trata de una reunión lúdico festiva en la que no pueden faltar la botella de fino, ni la tortilla de patatas -otrora tortilla española-, ni la ración de pimientos fritos.

Esa es la parte bonita de la Feria, la parte familiar, de la que todo el mundo habla. Pero, ¿qué sería la Feria sin su anecdotario?

Hoy he abierto el cajón de los recuerdos, de cuando éramos jóvenes y no teníamos más obligaciones que la de portarnos bien y ser excelentes estudiantes. Yo la primera parte la llevaba aceptablemente; de la segunda, mejor no hablar.

Esas ferias en las que ibas solo a llevar unos papeles, y, maldita sea mi suerte, que nada más pisar el albero te encontrabas con ese amigo que no veías desde hacía años… y es ahí donde comenzaba el ‘camino a la perdición’.

Primero una cerveza para aplacar la sed y para brindar por los años de ausencia. “Sólo será una”, te engañas a ti mismo.

Acompáñame, te dice tu amigo, que sólo será un momento, siendo ahí donde cae la primera media botella… toda fría ella, abrazándote la garganta cuan enamorados en la primera cita, y susurrándote al oído que esto no ha hecho más que empezar.

Es curioso como al tiempo que aumenta la ingesta de fino tu lenguaje se vuelve pastoso, pesado y lento, casi ininteligible. Igualmente te vuelves menos exigente y pasas de pedirla “que esté muy fría” a no distinguir el fino del caldo de las aceitunas…

Y el mediodía avanza, dejando entrar lentamente al atardecer. De vez en cuando te acuerdas de comer algo, básicamente para poder mantener dignamente el equilibrio.

Miras el reloj creyendo que aún es temprano y al asomarte fuera de la caseta te das cuenta de que ya encendieron el alumbrado. En ese momento eres consciente de que el reloj se ha vuelto borroso, los números se amontonan en la pantalla…

Decides entonces que es buen momento para comenzar la retirada, con tan ‘mala suerte’, que la tentación en forma de ‘otro amigo’ se cruza en tu camino. Y entonces piensas que la amistad es muy bonita y que “lo que ha unido el fino, no lo separen los hombres”.

Ni a ti ni a mí nos ha pasado esto nunca. Sólo te lo cuento porque una vez también me lo contaron a mí.

Ay, la Feria. Con lo bonita que es la Feria y la de problemas que acaba dando. Feliz Feria.

 

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