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?Nosotros no somos ni de discutir ni de dejarnos de hablar?

`Aniceto y Elvira llevan ya casi 50 años de matrimonio y han servido de ejemplo a la relación de sus propios hijos

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Me apetecía muy mucho desde hace meses entrevistar al matrimonio compuesto por Elvira y Aniceto. Son dos seres con modales exquisitos y nobles. Y son dignos merecedores por su ejemplaridad y humanidad de esta entrevista en EL FARO.

—¿Dónde nació y cómo transcurrió su infancia?

—-Elvira: Mi infancia fue muy buena, y nací en Ceuta. Fui a la iglesia, sacaba la bandera, aprendí a coser. Mi padre tenía coches de caballos y tuvo los primeros coches y camiones de Ceuta. Eran cuatro hermanos muy conocidos llamados los Peña.

—-Aniceto: Nací en Melilla. Tuve una infancia normal, yendo al colegio y con los amigos, hasta que estalló el Movimiento, teniendo diez años con los sustos y las movilizaciones de la gente joven. Hubo mucha escasez de alimentos y lo pasamos con bastantes apuros, salvo ciertos privilegiados que no les faltaba de nada. Estuve ayudando a mi hermano, que era peluquero, hasta que ingresé en el Ejército.

—¿Cómo se conocieron?

—Aniceto:Ingresé en el Ejército en Melilla, pero al ascender a sargento me destinaron a Ceuta. Me gustaba mucho el fútbol y a la salida de un partido que jugaron el Ceuta y el Málaga, como mi costumbre era pasear por el barrio de San José, me llamó la atención una muchacha que iba con otra. Me metí con ella y fui detrás hasta que nos hicimos novios. Después, me marché destinado a Melilla y al año y pico volví a Ceuta para casarme con ella. Mi profesión la he desarrollado en Ceuta, Melilla, Algeciras y Burgos.

—Cuando Aniceto le tiró los tejos el primer día, ¿le hizo caso?

—Elvira: Yo tendría unos 18 años y creía que él iba por mi amiga. Pero al otro día me esperó por la calle y me dijo que le gustaba yo. Seguimos saliendo pero tenía miedo que se marchara y no volviera. Como lo vi tan formal y tan buenísimo nos hicimos novios. Se fue a Melilla y estuvimos año y pico sin vernos, nos comunicábamos por carta y algunas veces por teléfono y yo, con el traje de novia colgado.

—Su padre, cuando se enteró que tenia de novio a un militar, ¿cuál fue su reacción?

—Elvira: Mi padre me decía: “Pero tú no comprendes que este militar viene a pasar un tiempo y después se va. Tú te tienes que casar con un chico de Ceuta”. Gracias a Dios salió bien y nos casamos el día del Perpetuo Socorro en la Plaza África. Fue un día precioso, porque todo estaba engalanado con banderas. Él iba vestido de militar y yo de blanco. Así que el próximo 27 de junio hace 50 años que estamos casados.

—¿Qué tienen previsto realizar para sus bodas de oro?

—Elvira: Aún no lo hemos pensado, porque faltan unos meses, pero mi primo es el padre Peña de la iglesia de San Antonio. Haremos lo que mi marido quiera, porque soy buena esposa. Y si él quiere vamos a la iglesia para que mi primo nos de su bendición y después daremos una cenita para la familia y amigos más allegados. Llegar a ese día es lo más grande para mí.

—Tal y como está la sociedad actual, ¿es complicada la convivencia?

—Aniceto: En 50 años sufre uno mucho en la lucha diaria y con tantos traslados, sobre todo por los hijos. Pero gracias a Dios hemos pasado más ratos buenos que desagradables. Hoy en día más bien es libertinaje lo que existe en todos los aspectos empezando por los niños. Porque las personas de cierta edad vemos que lo que hay es un desarreglo familiar.

—¿Esa es la causa principal para que existan tantas separaciones y divorcios?

—Aniceto: Hoy no se aguantan las personas por ese desarreglo familiar y por el derroche existente. Hay que atenerse a los medios  de vida que posee uno porque vivir por encima de nuestras posibilidades es peligroso. Pero la sociedad lleva hoy  un derrotero muy grande.

—¿Cree que el respeto a la figura de los padres se ha perdido?

—Aniceto: Hoy los hijos recurren a los padres cuando se encuentran perdidos o apurados. Antiguamente había más respeto incluso entre ellos mismos. Y si no hay respeto en la casa, menos lo hay en el colegio y en la calle.
—¿Su marido dejaba los galones en el cuartel o los traía a casa?

—Elvira: De eso nada. Él ha sido recto, y nuestro matrimonio lo hemos llevado con mucho amor y dialogo. Estábamos pendientes el uno del otro y de nuestros hijos. Hemos tenido 19 mudanzas, pero siempre he ido con él y con  mis hijos por delante. Los traslados de residencia eran complicados. Pero lo principal es que nos hemos llevado muy bien. No somos personas ni de discutir ni de dejarnos de hablar.

—¿Mucho peligro en los traslados?

—Aniceto: Yo a ella siempre la he respetado y he sido un hombre, porque siempre he pensado en la familia y en mis hijos.  Me casé muy enamorado y ella me demostró que me quería mucho. Cuando me marché a Melilla recién conocida hizo una vida de monja recluida.

—¿Dónde han aprendido a bailar?, porque lo hacen muy bien.

—Elvira: Cuando llegamos a Algeciras a residir definitivamente ya jubilado mi marido, nos aconsejaron que nos hiciéramos socios del Casino. Llevamos más de diez años y lo hemos pasado y seguimos pasándolo muy bien. Estamos muy contentos y tenemos muy buenas amistades. Y como nos gusta mucho bailar si podemos disfrutamos bailando.

—¿Se adaptaron bien a Algeciras?

—Elvira: Al principio me costó pero me he hecho a mí Algeciras. Cuando vamos tanto a Ceuta como a Melilla estamos deseando venirnos. Porque resulta que ya están mis hijos todos por aquí y me encuentro muy feliz.

—¿Qué piensan sus hijas de sus bodas de oro?

—Elvira: Están muy contentas y me dicen que ojala ellas también puedan llegar. Se llevan muy bien con sus maridos y llevan las enseñanzas que le hemos dado, porque hemos vivido en pabellones y jamás me han dado una queja de ellos.  Mis cuatro hijos se llevan muy bien.

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