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Jerez

La Feria de Jerez se despide con buenas sensaciones, pero también con algún que otro lunar

La percepción es que las ventas han repuntado, consolidándose además una masiva presencia de foráneos que ya no se conforma con pasar un par de días en el Real

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El González Hontoria desde las alturas

La Feria del Caballo se despide hasta 2024

La Feria del Caballo echó este sábado el telón con una jornada que cabalgó a medio camino entre la nostalgia por aquello que se acaba y el cansancio acumulado a lo largo de toda la semana.

Como viene siendo ya tradicional en estos últimos años, los forasteros volvieron a ser mayoría en un Real donde conforme avanzó la tarde se empezó a percibir el ambiente previo al desmontaje de casetas y atracciones, unos trabajos que se intensificarán a lo largo de este domingo.

La Feria se despide sin incidentes extraordinarios -nadie puede evitar alguna que otra bronca en un espacio tan concurrido, en el que se bebe tanto alcohol y en el que convive además gente de toda condición-  y la certidumbre de que el volumen de negocio ha sido ligeramente superior al del año pasado.

No obstante, se hace necesario apuntar aspectos positivos y otros que quizá no lo fueron tanto. Más allá de esa impresión general de que las ventas se han incrementado -otra cosa son los beneficios, dado los elevados costes que tiene montar una caseta-, la Feria de Jerez se consolida cada vez más como lugar de encuentro de gente llegada de toda España.

Estamos además ante un público que ya no se contenta con acudir al parque González Hontoria un par de días, sino que pasa toda la semana en la ciudad alojada en hoteles y fundamentalmente apartamentos turísticos o viviendas de alquiler.

Se trata de un visitante que suele repetir y que además se convierte en el primer embajador de Jerez y su Feria en su lugar de origen.

Quizá gracias a esa población flotante, la semana no tiene ya los altibajos que se observaban tiempo atrás. Apenas se cuestiona que domingo y miércoles son las jornadas de mayor volumen de ventas en la mayoría de las casetas y por tanto de mayor presencia de público en el Real, con martes y jueves como días más flojos -o menos fuertes, según se mire-.

Sin embargo, ambas jornadas han funcionado bastante bien, especialmente la segunda, que para algunos caseteros ha supuesto una sorpresa agradable.

Los grandes activos de la Feria de Jerez siguen siendo el propio parque González Hontoria y su gente, y así lo destacan los foráneos, a menudo sorprendidos con la acogida que reciben. También el paseo de caballos, aunque a nivel local se escuchen críticas de todo tipo. Mucha gente sigue viniendo a Jerez a contemplar el espectáculo ecuestre que se ofrece en los principales paseos del Real, de ahí que se haga necesario seguir trabajando para engrandecerlo en la medida de lo posible.  

Sí se van incorporando poco a poco servicios que el tiempo va consolidando. Así, se han ofrecido hasta 2.500 plazas de aparcamiento gratuito en las parcelas municipales ubicadas en el entorno del Real y otras 249 para personas con movilidad reducida a muy pocos metros de él. Además, los grandes dependientes han visto mejorados los servicios que ofrece su caseta, ubicada ahora junto al Templete Municipal. Pocas ferias pueden presumir de ofrecer un equipamiento de estas características a personas que de otro modo no podían acudir al González Hontoria.

Eso por no hablar del ya conocido Punto Violeta, que solo en los tres primeros días de la semana atendió a más de 1.300 personas y prestó servicio de acompañamiento a 41 mujeres.

El jerezano presume de Feria, y como se ha comprobado tiene razones para hacerlo. Pero tampoco debe caerse en una excesiva complacencia, porque se antoja necesario cuidar determinadas cuestiones.

El montaje de una caseta requiere de una notable inversión que debe tener en cuenta aspectos como la fachada, la decoración interior, las instalaciones propias de la cocina, los gastos de personal e incluso las actuaciones musicales, cada vez más necesarias para retener al público el mayor tiempo posible.

Pero eso no debe servir de excusa a la hora de demandar una superior apuesta al menos por la estética exterior, que en ocasiones desluce el esfuerzo que se hace para que el parque González Hontoria presente sus mejores galas. Son ya minoría las casetas cuya belleza o singularidad despiertan el interés del viandante.

Luego, hay calles del Real que parece haberse entregado de manera definitiva a una fiesta masiva que poco o nada tiene que ver con el verdadero espíritu de la Feria del Caballo y por donde resulta poco recomendable pasear. Y no se trata de incidir en el manido debate de las 'casetas discoteca' -quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra- sino de la necesidad de procurar hacer del parque González Hontoria un espacio lo más homogéneo posible en el que no se observen los enormes contrastes que existen entre unas y otras calles.

Más allá de la música que suene -la fiesta debe ser plural en cualquier caso- parece imprescindible limitar el nivel de decibelios de una Feria que se antoja excesivamente ruidosa y donde a menudo resulta complejo mantener una mínima conversación no ya solo en el interior de las casetas, sino en el exterior.

La sequía que venimos padeciendo se ha dejado sentir también en el parque González Hontoria y especialmente en el albero, que tampoco se ha podido regar todo lo quizá demandaba dado que existen a día de hoy otras necesidades bastante más perentorias. La falta de lluvia de los últimos meses también nos deja una arboleda más seca de lo habitual.

Estos factores -unido a las altas temperaturas que se han registrado durante buena parte de la semana- han animado a mucha gente a refugiarse en el interior de las casetas con aire acondicionado -cada vez más- a las horas centrales del día, aflorando a los paseos conforme han ido avanzando las tardes.

La Feria del Caballo de 2023 -dedicada a la Moda Flamenca y con guiños a Lola Flores- ha llegado a su fin y lo hace con buena nota, pero también con aspectos de necesaria mejora.   

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