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Las mascarillas como barrera de protección psicológica entre los jóvenes

Los psicólogos perciben inseguridad entre los adolescentes ante el fin del uso obligatorio de las mascarillas en interiores por miedo a mostrar su rostro

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  • Jóvenes con mascarilla en el patio de un centro educativo -

Ya sea por precaución, por miedo al contagio o incluso por respeto hacia tu interlocutor y, en la mayoría de casos, con resignación, llevar mascarilla ha sido el pan de cada día desde que hace dos años se convirtieran en el elemento imprescindible de protección frente al Covid, también símbolo indiscutible de esta pandemia, hasta este 20 de abril,  fecha que no será recordada por el tema de los Celtas Cortos y sí por ser el día en el que se puso fin al uso obligatorio de las mascarillas en interiores. La mayoría de la población ha preferido actuar con cautela durante estas primeras jornadas, y aún es difícil encontrar a un buen número de personas sin ellas, sobre todo en las grandes superficies, más complicado aún si de adolescentes se trata, y aquí es cuando aparece el síndrome de la cara vacía.

“Hay niños que lo están pasando mal por no estar preparados para quitársela, no hay que alertar pero sí prevenir”

Lo que para muchos ha supuesto una enorme alegría y alivio volver a estar sin el cubrebocas, a otros les ha generado un problema. El temor a dejar la cara al descubierto es un efecto que se está dando en algunos jóvenes que encuentran en las mascarillas  un refugio bajo el que esconder sus inseguridades.

“Tenemos que tener en cuenta que hay varias generaciones que han ido creciendo en este tiempo con el modelo de belleza que se encuentran en las redes sociales, por ejemplo, Tik Tok o Instagram donde el estándar se hace inalcanzable, a consecuencia de ello, muchos niños y adolescentes no se sienten a gusto con su físico, se sienten más vulnerables, y aún teniendo la posibilidad de quitarse la mascarilla en el colegio o instituto, no lo hacen.  Ante esto no hay que banalizar la situación, con el paso del tiempo se va a ir naturalizando el proceso, pero hay que saber que hay muchos que no están preparados para enseñar su rostro y lo están pasando mal, no hay que alertar, pero sí prevenir”, explica la psicóloga Alba Sotelino, quien hace un llamamiento al diálogo, la comunicación y a la validación de las emociones de los jóvenes que están sufriendo esta situación.

Los pedagogos y psicólogos señalan que este comportamiento se está dando más en los preadolescentes, cuando los cambios madurativos de la edad se evidencia más: “Es una franja  en la que pueden aparecer posibles cambios físicos como acné o vello facial, o incluso llevar brackets, todo esto les puede hacer sentir inseguros. Algunos jóvenes de 12 y 13 años no han conocido a sus compañeros sin mascarillas y es normal que sientan miedo al juicio, ahora se ven más expuestos, pero hay que evitar hablar de síndrome, porque no lo es, además este término tiene connotaciones negativas relacionadas con enfermedad y si ellos se ven identificados, creerán que hay algo que falla y los llevará a sentirse culpable”.

Dejar de patoligizar en exceso las consecuencias de la pandemia también es asignatura pendiente. El psicólogo Antonio Romero también pone el foco en la paciencia y el tiempo para superar este efecto, y en los centros educativos y núcleos familiares que hablen del tema para entender bien los pensamientos y emociones y así comprender la conducta. “Lo sano es que vayan aceptando lo que uno es sin intentar cambiar lo que no se puede cambiar, es complejo en una era donde la imagen impera por encima de todas las cosas y los chicos se acercan a ese espejo de Narciso que son las redes, donde se comparan con la belleza filtrada, por eso hay que dialogar mucho y exponer distintos puntos de vistas”. 

Los expertos aconsejan realizar una lista con las situaciones en las que la persona puede sentirse insegura sin llevar puesta la mascarilla, ordenarlas de las más sencillas a las que más miedo les pueden dar, y tratar de ir enfrentándolas de forma gradual para así ganar más confianza. 

Aunque los adolescentes sean los más propensos a sentir el síndrome de la cara vacía, también se da en adultos, y aquí entra también el miedo al contagio: “ Lo importante es estar atentos y no  juzgar ni criticar  a quien lleva mascarilla y a quien no la lleva , y pensar que finalmente estamos ganado sonrisas”.

 

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