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Jerez

La Junta comenzará este año a exhumar la fosa de El Marrufo

Las investigaciones contempla la existencia de alrededor de 300 víctimas en la fosa

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  • Visita con Diputación y familiares a la fosa en septiembre del 2009. -
  • La Junta y Diputación firmarán un convenio en próximas fechas para agilizar el proceso
La Junta de Andalucía iniciará este año los trabajos de exhumación de la fosa común conocida como El Marrufo, situada en los terrenos del valle de La Sauceda, donde se contempla que puedan existir más de 300 cuerpos pertenecientes a fusilados por el bando nacional durante la Guerra Civil.

Esta decisión ha sido ampliamente demandada por el Foro por la Memoria Histórica del Campo de Gibraltar, ya que el colectivo viene denunciando la presencia en dicha fosa de fusilados de alrededor de una decena de familias de Jimena de la Frontera.

La decisión de acometer los trabajos de exhumación fue tomada en una reunión mantenida a finales de diciembre por miembros de la diputación provincial de Cádiz junto con el Comisario por la Memoria Histórica de la Junta de Andalucía, Juan Gallo.

En dicho encuentro se estableció una hoja de ruta para concretar los pasos a seguir por la Administración en relación a la fosa común. Así, el primer paso será la firma de un convenio entre la Junta de Andalucía y la Diputación provincial de Cádiz para la exhumación de los restos.

Una vez que se lleve a cabo la firma de este convenio, que se concretará en los próximos meses, se iniciarán los trabajos de exhumación y el posterior traslado de los restos al cementerio de La Sauceda.

El responsable del área de Ciudadanía de la Diputación provincial de Cádiz, Juan Carlos Perales, señaló a este diario que ya existe una dotación presupuestaria para una primera prospección que se realizará en la zona con geo-radar de manera previa a las exhumaciones.

Se trata de una herramienta excelente de prospección no destructiva del subsuelo, en un rango de profundidades que oscila entre los poco centímetros y los treinta metros, de manera que se podrá hacer un primer examen de la fosa sin que se produzcan daños en los restos.

Perales informó también de que, de manera previa al inicio de los trabajos, Diputación llevará a cabo una serie de reuniones con las partes implicadas para acordar el procedimiento a llevar a cabo.

La primera de estas reuniones se mantendrá con el Ayuntamiento de Jerez de la Frontera, propietario de los terrenos y principal afectado. Posteriormente se reunirán con el resto de ayuntamientos implicados, entre los que se encuentra el de Jimena de la Frontera.

Por último, también mantendrán una interlocución con los colectivos de memoria histórica, aunque la pretensión de Perales es englobarlos en una única representación al objeto de no retrasar excesivamente el inicio de los trabajos.

Demanda
El Foro por la Memoria Histórica del Campo de Gibraltar viene realizando en los últimos años diversas reclamaciones para impulsar la exhumación de la fosa, donde sospechan de la presencia de un elevado número de víctimas represaliadas por el franquismo del Campo de Gibraltar.

Los miembros del foro han realizado una serie de investigaciones en las que han encontrado pruebas de la existencia de ciudadanos del Campo de Gibraltar entre los fusilados en el valle de La Sauceda.

Así, los integrantes del foro han conseguido testimonios de familiares de represaliados por el franquismo en la zona, que les han contado la suerte que corrieron miembros de hasta diez familias de Jimena de la Frontera en El Marrufo. El propio presidente del foro, Andrés Rebolledo, es nieto de uno de los alrededor de 300 fusilados que se piensa que se encuentran en la fosa común.

El foro defiende que "las fosas en las que se encuentran ilegalmente inhumadas las víctimas de la represión franquista deben ser levantadas de acuerdo con la legislación internacional de derechos humanos".

En este sentido, pese a la satisfacción por la decisión de iniciar la exhumación, el colectivo rechaza el protocolo de exhumaciones aprobado por la Consejería de Justicia y Administración Pública de la Junta de Andalucía, “por la privacidad a la que someten las investigaciones en las fosas”.

Andrés Rebolledo manifestó a este diario que “la Justicia no puede quedarse al margen de las exhumaciones", por lo que defiende que “las fosas en las que se encuentran ilegalmente inhumadas las víctimas de la represión franquista deben ser levantadas de acuerdo con la legislación internacional de derechos humanos”.

Para el colectivo, “deben ser lo jueces de instrucción los que acuerden las medidas oportunas para ese levantamiento, todo ello en el marco de la investigación de los delitos que cometieron las personas que ejecutaron, directa o indirectamente, a los inhumados”.

“Por todo ello, nos sorprende que, precisamente siendo la Consejería de Justicia la que promueve este protocolo de exhumaciones, vaya en contra del Derecho Penal Internacional queriendo realizar las excavaciones como si fueran, por ejemplo, simples yacimientos romanos, sin ninguna intervención judicial”, manifiestan desde el colectivo.

Rebolledo especificó que en todas las exhumaciones en las que los colectivos de memoria histórica han colaborado o realizado, se ha interpuesto una denuncia en el juzgado correspondiente por el delito de crímenes contra la humanidad cometidos por el franquismo, para así implicar a la justicia a que inicie una investigación.

“Entendemos que estas dinámicas en las que el abandono por parte del Estado es absoluto ha de ser cortada de raíz. El Estado tiene la obligación de defender los derechos de las víctimas y la Justicia tiene el deber de investigar los crímenes y perseguir a los culpables”, considera el responsable del colectivo comarca.

El Foro por la Memoria Histórica ha iniciado también el proceso para presentar una denuncia ante el Defensor del Pueblo Andaluz, para exponerle el “desprecio” al que someten la Consejería de Justicia, “y más concretamente el comisario de Memoria Histórica de Andalucía”, a los familiares y a las asociaciones memorialistas, “que venimos ya varios años solicitando verdad, justicia y reparación para las víctimas del franquismo”.

Igualmente, entienden que la Administración no quiere escuchar sus reivindicaciones y valoraciones sobre cuestiones de memoria histórica y, sobre todo, ante la aprobación del protocolo de exhumaciones, “el cual rechazamos rotundamente”.

Aun estando a la espera de la posible contestación del Defensor del Pueblo, el foro también ha expresado su intensión de iniciar una campaña de recogida de firmas para presentarlas ante la Consejería de Justicia y Administración Pública y al comisario de Memoria Histórica de Andalucía para exigirle que modifique el protocolo de exhumaciones en base a las valoraciones realizadas.

Por su parte, el Ayuntamiento de Jimena de la Frontera, a través de su alcalde, Pascual Collado, ha anunciado que colaborará con los trabajos de exhumación que se llevarán a cabo en El Marrufo.

Rafael Sánchez Machuca: la voz de un superviviente
La de Rafael Sánchez Machuca es una historia espeluznante, que hace que la exhumación de la fosa del Marrufo tenga otra dimensión, con una visión propia e histórica de lo sucedido. Rafael nació en Montifartillo, una de las seis fincas del marquesado Guerrero, situadas en la misma linde, y donde también se ubica la de El Marrufo.

Su familia (eran once hermanos) era de tradición de izquierdas, y la represión falangista del valle de La Sauceda les pilló de sorpresa. Su padre trabajaba de carbonero en el campo, donde dos de sus compañeros fueron a entregar las armas de caza por el Decreto que prohibía tenerlas. Al llegar a Algar, los mataron.

Esta situación obligó a su padre a huir, ante el temor de correr la misma suerte. Luego, todo fueron calamidades. Los falangistas echaron al resto de la familia de su casa de Montifartillo. “Estuvimos tres o cuatro días durmiendo debajo de un árbol. Eso son cosas que no se te borran de la memoria”, recuerda Rafael con semblante serio, viviendo todavía aquellos momentos de la Guerra que marcaron su vida.

Lo del árbol fue en Alcalá, en casa de un familiar donde se refugiaron. Era una casilla muy pequeña, donde no cabía nadie más, por lo que tenían que dormir al raso. Luego, un señorito que los conocía tuvo noticias de ellos y les dio una casa.

El miedo es el denominador común de los recuerdos de aquella infancia. Rafael conoció muy de cerca la represión en el valle de La Sauceda. Allí vio por primera vez los aviones, pero el recuerdo es aterrador, ya que acudían a la zona para bombardear el valle.

La represión también tocó muy de cerca a su familia, de tradición de izquierdas. A uno de sus hermanos le detuvieron y le condenaron a 20 años de prisión. Peor suerte corrió un tío suyo, al que condenaron a pena de muerte, aunque transcurridos los años le conmutaron la pena.

Su padre sufrió también la persecución militar. Tras huir de Montifartillo, se refugió en diversos puntos de Almería y Valencia. Finalmente, unos señoritos que le conocían respondieron por él y le protegieron.

La familia, sin embargo, estaba desmembrada por la herida de la guerra. Su madre tuvo que luchar mucho por sus hijos, y consiguió sacarlos adelante a pesar de las adversidades. Por eso, fue especialmente duro para ella cuando, transcurridos los años, encontró una noticia de la prensa falangista de la época.

En ella hablaban de María Machuca como una mujer que se encontraba abandonada con sus hijos por un mal padre. La realidad era muy diferente, y el pundonor y la supervivencia de la familia se impuso sobre las interpretaciones torticeras de la historia.

Marrufo
La familia tuvo que huir pronto de Montifartillo, pero Rafael conoció de cerca la represión del valle de La Sauceda. Asegura que conoce de la existencia de dos fosas comunes, una junto a la ermita y otra en una zona pantanosa situada en las cercanías.

“En el Marrufo era donde ajustaban las cuentas”, asegura. En una ocasión, llegó a ver cadáveres en la zona pantanosa en la que certifica la existencia de una fosa. Se encontraba recogiendo frutos por el paraje cuando encontró un pantalón de pana negro. El resto de la visión no se le ha borrado todavía de la memoria.

También recuerda como, llegando a Puerto de Gáliz a pie junto a su madre, mientras su tía iba montada en una burra, vio a un grupo de falangistas frente a varios hombres a los que acababan de fusilar. La visión aterrorizó al Rafael niño, que estrechó el rostro contra la burra. En aquel momento, al ver al niño atemorizado, uno de los falangistas se echó a reír. Una imagen que no se ha borrado de la mente de Rafael.

Las exhumaciones ponen ahora de relieve historias como las de Rafael, que vivió de lleno la represión. “Aún no he visto una solución justa al problema. Tenía que haber un acuerdo general, pero ninguna toma partido”, sentencia.

La mayor matanza de inocentes de la Guerra Civil
La aldea de La Sauceda y el cortijo de El Marrufo fueron tomados por tropas de Falange, Guardia Civil y Ejército, al mando del teniente del Instituto Armado José Robles, quien había salido de Ubrique, camino de la aldea, a primeros de noviembre de 1936.

En esta entrada, las milicias fueron tomando prisioneros a los que se relacionaba con el bando republicano, en muchos casos campesinos que habían huido a refugiarse en esta zona. Camiones cargados de muebles, comestibles, ganados de todas clases y personas llegaban al prado, procedentes de la aldea de La Sauceda, que literalmente había sido exterminada. Desde allí. fueron conducidos prisioneros las mujeres y niños en camiones, mientras los hombres eran trasladados a pie hasta el cortijo de El Marrufo. En su capilla, que aún hoy se conserva, se encerraron a las mujeres y los niños.

Allí mismo, muy cerca de la capilla, tras unas naves que aún hoy se conservan, existe una pequeña pendiente. En dicha pendiente, en tiempos pasados presidida por una cruz de hierro, se encuentra la fosa donde estas personas fueron enterradas. Allí, aún hoy, están los restos de aquellas mujeres y de sus hijos.

La decisión de la Junta de Andalucía de exhumar las fosas ha creado mucha expectación entre los familiares de las víctimas, que esperan ver así reparado el daño histórico que se les produjo.

La de El Marrufo está considerada como la mayor fosa común de la provincia, ya que se contempla la existencia de alrededor de 300 víctimas enterradas. En el cuartel situado cerca de la actual venta de Gáliz se encontraría la fosa donde fueron enterrados los hombres conducidos hasta allí. Los vecinos del lugar lo conocen como la majá de los muertos.

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