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Jaén

Silencio ante la Madre de Dios el Martes Santo jiennense

Muda se quedó Jaén este 12 de abril en un Martes Santo de contrastes, únicamente con El Silencio en la calle

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  • La Hermandad de Penitencia y Cofradía de Nazarenos de Silencio del Santísimo Cristo de la Humildad y María Santísima Madre de Dios. -

Muda se quedó Jaén este 12 de abril en un Martes Santo de contrastes, únicamente con El Silencio en la calle. La Hermandad de Penitencia y Cofradía de Nazarenos de Silencio del Santísimo Cristo de la Humildad y María Santísima Madre de Dios hizo que la capital enmudeciera cuando anunció su salida en procesión de penitencia, tras retrasarla una hora.

El Hermano Mayor, Raúl Sigler, comunicó la decisión rompiéndose el silencio en el interior de la parroquia de Cristo Rey con un aplauso que confirmó la alegría cofrade por ver a la Hermandad en la calle. “Dicen que hay un riesgo muy bajo de lluvia sobre las diez de la noche y valorando la situación, hemos decidido procesionar. Coged los farolillos”, anunció.

Todo estaba preparado para vivir un Martes Santo histórico. Y es que fue el primero para el palio de María Santísima Madre de Dios, una de las imágenes más esperada en la Semana Santa de Jaén. Las puertas de la parroquia se abrieron a las 21 horas.

Bajo el dintel, el Crucificado, con la Cruz bajada para salvar una salida estrecha, recogida y muy bonita. Envuelto en una cortina de humo, se dejó ver el Cristo del Silencio, al paso de sus costaleros, que buscaron el camino para llevar a la ciudad un Martes Santo diferente, puramente jiennense.

Desde la calle San Carlos, donde se congregaron numerosas personas desde horas antes de la decisión, los jiennenses fueron testigos de la formación de uno de los cortejos más señeros de la ciudad. Absoluto silencio fue el que se vivió en una tarde cofrade en la que únicamente se escucharon las cadenas de sus hermanos de luz y las llamadas con las varas para aligerar el paso de nazarenos y penitentes.

Detrás de su hijo, María Santísima Madre de Dios, en un palio que acaparó todas las miradas, por su color negro, por la estructura de sus candelabros, por la expresión de la Virgen, con manos cruzadas y lágrimas en los ojos. La salida no estuvo exenta de complicaciones, por las dimensiones del palio, en la que fue una primera vez ilusionante y de recogimiento.

La Cofradía celebró una lección catequética con un itinerario que acortada por Paseo de la Estación hacia el itinerario oficial, sacrificando su paso ante la Catedral al tomar Ramón y Cajal para volver con una procesión rápida.

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