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La escritura perpetua

Mazón

Carlos Mazón pasea por los pasillos de la Generalitat valenciana con la inquietante cadencia de un zombi político

Publicado: 20/11/2024 ·
11:13
· Actualizado: 20/11/2024 · 11:13
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  • Carlos Mazón. -
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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Carlos Mazón pasea por los pasillos de la Generalitat valenciana con la inquietante cadencia de un zombi político. Feijóo comparte con Pedro Sánchez el deseo de liquidarlo. Mazón nunca perteneció al grupo de confianza del presidente del PP. A poco de llegar Feijóo a Madrid, Mazón se apresuró a pactar con Vox. Aquello quedó negativamente grabado en el presidente popular que, sin embargo, siempre fue leal a Mazón. Pero Mazón no se desplomará políticamente por la deficiente gestión de la dana la fatal tarde del 29 de octubre, que también, sino por su interminable y nunca satisfactoriamente explicado almuerzo, incomunicado en un restaurante de la ciudad, con la periodista Maribel Vilaplana, cuando el universo se detuvo en el móvil del presidente mientras en su Comunidad caía la mundial. Lo ha escrito Luz Sánchez Mellado: “La cita es en uno de esos sitios a los que se va con la premisa de que lo que pasa en El Ventorro, se queda en El Ventorro, que así se llama la posada”.

Mazón percibe ahora la lejanía del PP. Ese frío de panteón que los partidos políticos dedican a los caídos en desgracia. El portavoz popular, Borja Sémper, se refirió al “señor Mazón” durante una reciente comparecencia. El periodista Pablo Ordaz lo interpretó de este modo en un artículo: “Ayer, cuando Borja Sémper habló del “señor Mazón”, ya le estaba quitando de una vez el nombre de pila y el cargo, o sea, el cariño y la graduación, la placa y la pistola”. Todo el mundo tendrá que repasar los errores que se cometieron en la dana. Pero el daño está hecho. Los fallecidos. Ese dolor insufrible. Y también quienes se han quedado sin casa, sin nada, y esta Navidad comprenderán que la película ‘Qué bello es vivir’, de Frank Capra, es solo una deslumbrante ficción, el colorista engaño del cine para iluminar el alma. Y llovía sobre mojado en Valencia, diluviaba la tristeza sobre todos los españoles, cuando Nuria Montes, consejera de Turismo, con un tono gélido y desafiante, extrañamente inhumano, exigió a los familiares de las víctimas que no acudieran a reconocer los cadáveres a la morgue, que permanecieran en sus casas, cuando los ciudadanos, la gente, lleva clavado en lo más oscuro del recuerdo la despedida que no pudieron hacer a los fallecidos durante la pandemia. Mazón busca ahora una casi imposible salvación de su cargo a medio plazo autoencoméndandose la reconstrucción de la Comunidad. Aunque lo único que le queda es morir políticamente con las botas puestas. Las botas de agua puestas. O sea.

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