El Granada CF ha pasado en un año de estar disputando en Old Trafford los cuartos de final de la Liga Europa ante el Manchester United a asomarse más que nunca al abismo del descenso a Segunda División tras ser goleado (1-4) en el Nuevo Los Cármenes por el Levante, colista de LaLiga Santander.
Pocas veces en el mundo del fútbol se ha visto una mutación negativa tan grande en tan poco tiempo en un equipo, que ha pasado de firmar un trienio mágico e histórico alcanzando hitos nunca vistos en sus noventa años de vida a iniciar una caída libre sin freno que lo puede sacar de la máxima categoría nacional.
El Granada rocoso, fiable y competitivo de Diego Martínez, idolatrado y añorado a partes iguales en la ciudad de La Alhambra, es justo un año después un equipo dubitativo y vulnerable que aún no ha ganado en 2022 en el Nuevo Los Cármenes y que sólo he vencido un partido en las catorce últimas jornadas.
Muchos de los jugadores que rozaron la final de la Copa del Rey, que pasearon al equipo por Europa con gestas como la de Nápoles o que demostraron ser capaces de ganar a cualquiera, forman parte ahora de un Granada que transmite inseguridad y que parece no ser capaz de vencer a nadie.
Las últimas actuaciones en casa ante el Rayo Vallecano (2-2) y el Levante han puesto en la picota a Rubén Torrecilla, técnico del filial que sustituyó al destituido Robert Moreno y que tampoco ha sido capaz de enderezar el rumbo de un equipo que se desangra por su debilidad defensiva.
La fortaleza atrás, la base del Granada de Diego Martínez, es el principal hándicap esta campaña del equipo andaluz, que ya es el segundo más goleado de la categoría con 56 tantos recibidos en 32 encuentros, 16 de ellos en los seis partidos más recientes.
Lo único que salva al Granada, por ahora, es el colchón de puntos que cogió antes de Navidad, cuando estuvo siete jornadas seguidas sin perder, y la debilidad de los equipos que tiene por debajo, que hace que se mantenga fuera del descenso.
No obstante, las malas sensaciones que transmite y la dinámica del equipo, que el miércoles visita al Atlético de Madrid en el Metropolitano, hacen que el pesimismo se haya apoderado de un granadinismo que hace 365 días veía a los suyos en el 'Teatro de los Sueños' y que ahora pone su mirada en el palco en busca de culpables, como hizo este domingo tras la derrota ante los granotas.
Con un propietario chino, Rentao Yi, que no ha pisado nunca Granada, en el centro de las críticas están Patricia Rodríguez, la directora general del club, y, en menor medida, Pep Boada, el director deportivo, sustitutos respectivamente de Antonio Fernández Monterrubio y de Fran Sánchez, que dejaron el club a finales del curso pasado.
Los dos, siempre bajo el paraguas de lo que ordene la cúpula de mando oriental, han sido los encargados de planificar una campaña que va camino de ser desastrosa, ya que en la Copa del Rey firmó también el equipo uno de los mayores ridículos de su historia al ser eliminado por el Mancha Real, conjunto de la Segunda RFEF.
“El Granada será lo que sus propietarios quieran que sea”, dijo de forma casi profética hace meses Diego Martínez, que renunció a seguir al frente del plantel rojiblanco y lleva todo este curso sin entrenar, la piedra angular de un equipo que llegó a la cúspide pero que, con su marcha, inició un declive que parece no tener fin.
Granada
De Old Trafford a las puertas de Segunda: un año de caída libre
Pocas veces en el mundo del fútbol se ha visto una mutación negativa tan grande en tan poco tiempo en un equipo
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