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España

El absentismo parlamentario o la burla a los ciudadanos

Si la clase política no goza tradicionalmente de muy buena salud en la opinión pública, la actitud de los diputados absentistas no está precisamente contribuyendo a mejorarla...

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Si la clase política no goza tradicionalmente de muy buena salud en la opinión pública, la actitud de los diputados absentistas no está precisamente contribuyendo a mejorarla. Es un auténtico escándalo que el Congreso de los Diputados, depositario de lo soberanía del pueblo español y cuyos ocupantes deberían ser ejemplo para el resto de ciudadanos, presente la desoladora imagen que está ofreciendo con motivo del debate -nada más y nada menos- de los Presupuestos Generales del Estado. Tan sólo unas pocas decenas de diputados llega a mostrar el suficiente interés, o aparentarlo al menos, como para acceder al hemiciclo. No se libra ninguna formación política pero, en proporción, son los congresistas del Partido Popular los que más faltan a sus obligaciones. Eso sí, a derechos y prebendas, dietas, seguros y demás beneficios que se les otorga por ser elegidos gracias a su pertenencia a un determinado partido político, no por sus referencias curriculares que nadie conoce, no renunciarán seguro.

Hasta tal punto ha llegado la situación que el presidente del Congreso, José Bono, no tuvo más remedio el miércoles -aunque de modo meramente testimonial y levísimo- que dar un toque de atención a los diputados faltones. “La opinión de los presentes es mucho más importante que la de los ausentes”, aseguró, al pedir la conformidad del Pleno del Congreso para reordenar la sesión. No es que Bono sea responsable del comportamiento nada ético de los parlamentarios, pero quizá fuera conveniente que tomara otro tipo de medidas para evitar que el Congreso se acabe asemejando a un erial.

La polémica del absentismo laboral de los congresistas viene a sumarse a los recientes escándalos relativos al coste del blindaje y tuneado de los vehículos oficiales y de las reformas en determinados despachos. El colmo es que, en vez de agachar la cabeza, reconocer el error y disculparse, algunos políticos y partidos optan por atacar a los medios de comunicación que denuncian sus desmanes presupuestarios.

La desfachatez que la clase política muestra y demuestra ante los ciudadanos con la renuncia a sus deberes y la maximización de sus derechos es tal que pareciera, incluso, que ya ni siquiera desean sentarse en sus poltronas.

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