Los inmigrantes escaparon del centro de acogida aprovechando un descuido de las fuerzas del orden que lo controlan y tras forzar la valla que lo rodea y marcharon en manifestación hacia el centro de la isla, pidiendo “libertad” y “ayuda” y exigiendo ser trasladados a la península italiana para reunirse con sus familiares o marchar de Italia.
Los irregulares se manifestaron ante el ayuntamiento de la isla, la más meridional de Italia, distante un centenar de kilómetros de las costas africanas y considerada una de las “puertas” de Europa por los inmigrantes que buscan un futuro mejor en el viejo continente.
La policía, según informaron los medios de comuniación locales, no intervino y se limitó a controlar a distancia a los inmigrantes, que se lamentaron del excesivo tiempo que llevan en el centro de acogida y las difíciles condiciones en las que se ven obligados a vivir en el lugar, que tiene capacidad para 800 personas y ahora alberga a 1.300.
Los inmigrantes irregulares exigieron ser trasladados al centro de acogida de Brínsidi, en el sur de Italia, para desde allí trasladarse a Francia, Alemania o al norte de Italia, donde viven familiares.
El presidente del Gobierno, Silvio Berlusconi, que se encontraba en la isla de Cerdeña, aseguró que la situación en Lampedusa estuvo en todo momento bajo control, a la vez que fuentes del ministerio de Interior precisaron que no se trató de una “fuga de clandestinos”, ya que ese centro de acogida admite que las personas que en él se alojan puedan salir y entrar libremente.
De ahí, precisaron, que la policía se limitara a controlar la situación, sin intervenir.
La “huida” de los inmigrantes se ha producido un día después de que unos cuatro mil habitantes, de los seis mil con que cuenta la isla, se manifestaran el viernes contra el Gobierno tras el anuncio del ministro de Interior, Roberto Maroni, de la apertura de un nuevo de centro de identificación de inmigrantes en Lampedusa.
Los vecinos, con el alcalde a la cabeza, se oponen a esa apertura, denunciando que Lampedusa es una isla que vive del turismo y el Gobierno de Italia pretende convertirla en una “cárcel al aire libre, en una nueva Alcatraz”, según gritaron durante la marcha.