Manuel Campos, es un arquitecto de 26 años que lleva ya casi tres trabajando en el proyecto de un centro de recuperación para la Villa Romana de Antequera, restos encontrados en las obras de la circunvalación norte de la ciudad en 1999 y catalogados en 2006 como zona arqueológica. “El proyecto está finalizado y se podría ejecutar inmediatamente. La intervención se compone de dos partes: la puesta en valor del propio yacimiento y la construcción de un edificio que contenga un espacio para los visitantes; y otra zona privada, totalmente independiente con espacio para la investigación y oficinas, necesarios para continuar con la excavación del yacimiento”, dice.
El proyecto, que ya está en planos y reflejado en una maqueta a pequeña escala, está respaldado por arqueólogos municipales, como Manuel Romero, que han calificado el estudio de “muy interesante” y que además, añade, “contempla la posibilidad de seguir excavando”, ya que asegura que no se ha alcanzado aún el 20 % de la extensión de la villa romana. “Sin embargo, lo que hay hoy en día descubierto, tiene la suficiente entidad como para ser ya un destino obligatorio para los turista” dice Romero. Así, el arquitecto recoge en su estudio los pormenores de un proyecto que al tener que sentar sus bases sobre delicados restos arqueológicos cuentan con una serie de parámetros. “Uno de los objetivos principales en sus comienzos, era el de construir, siempre y cuando fuera posible, en las inmediaciones de la villa, en un lugar que no dañara las estructuras arqueológicas y que, a su vez, no interfiriera en los restos. Además, este lugar debía de estar fuera de los límites confirmados de la zona residencial de la villae, permitiendo el crecimiento de la excavación hacia otras extensiones. Estas condiciones tan sólo se dan al Norte de la excavación, entre ésta y la vía actual de ferrocarril, que en un futuro se suprimirá. El edificio aprovecha además la diferencia de nivel entre el suelo y los restos por lo que el centro no entra en conflicto con las ruinas, lo antiguo y lo nuevo, conviven”, explica el joven. Lo importante es la Villa por eso el edificio debe cuidar su estética. “Es un volumen puro, sencillo, siguiendo los ejes con los que se construyó en su época la villa romana, pero construido con el material pétreo de la modernidad: hormigón armado, como paneles prefabricados. Con lo que hay, se proponen 4 zonas de visita: para la zona Oeste del peristilo, para el mismo peristilo, para la gran galería al Norte y para las termas romanas situadas al Oeste. Se prevé que la excavación continúe, por lo que el edificio se puede ampliar con tantas cubiertas como fuere necesario”, explica Campos.
Un espacio de la ciudad donde se plantean importantes proyectos de futuro. “El único sitio por el que se puede acceder al edificio es por el Este, al igual que ocurre actualmente. De esta manera, más adelante se podrá llegar desde la estación actual de ferrocarril. Es aquí donde se produce tanto el acceso peatonal a través de una pasarela-mirador rodeando la villa romana por el Norte, como el acceso rodado bajo la misma, hacia el garaje privado en la cota más baja del edificio”, dijo.
El recorrido por el centro propone un sistema de pasarelas y plataformas a través de las cuales el público se pueda hacer una idea de cómo se configuraban las distintas estancias de la villae y admirar los mosaicos. “Los restos se protegen con unas cubiertas sencillas y livianas, construidas con una estructura de acero y con un acabado de paneles translúcidos”, explica.
Campos ha presentado ya el proyecto, valorado en unos 2,7 millones de euros, al nuevo equipo de gobierno que ya lo ha incluido en sus planes futuros. “Queremos poner en valor ese entorno y qué mejor que hacerlo con el proyecto de un antequerano”, dijo el concejal de Obras, José Ramón Carmona. El proyecto que hace años el joven imaginó en su mente hoy ya es una realidad teórica que ahora sueña algún día poder llevar a la práctica, mientras los restos y el estudio de su recuperación esperan pacientes en la ciudad.