Un mes después del devastador terremoto que dejó a Haití casi destruido, las agencias humanitarias de la ONU se lamentan de que no se hayan resuelto los problemas más acuciantes de alojamiento y saneamiento y temen una nueva catástrofe con la llegada de la estación de las lluvias.
"Tenemos que entender una cosa, esta catástrofe no se puede comparar a ninguna otra que hayamos enfrentado antes. Hemos tenido que hacer frente a una situación de casi total destrucción de Haití", aclaró hoy en rueda de prensa la portavoz de Programa Alimentario Mundial (PAM), Emilia Casella.
La lamentable singularidad de la catástrofe de Haití es, precisamente, que la capital, Puerto Príncipe, quedó casi destruida por el sismo -de una magnitud 7 en la escala de Richter- y con ella la capacidad de reacción del gobierno, de los servicios civiles y de las redes sociales preexistentes.
"El 'tsunami' (de 2004 en el sudeste asiático) fue una catástrofe mayúscula, pero las capitales pudieron movilizarse desde el primer instante y poner a disposición todos los recursos existentes. Esto en Haití simplemente no existió porque todo quedó destruido", agregó Casella, quien señaló que hasta la fecha, el PAM ha alimentado a 2,5 millones de personas, menos de un tercio de los 9 millones de haitianos.
La singularidad de la tragedia de Haití es también el argumento utilizado para explicar porqué hoy, a 30 días del terremoto, aún la situación dista de estar razonablemente bajo control.
"Es difícil de creer que cuatro semanas después del sismo, tantas personas viven todavía bajo las sábanas en los campamentos y en las calles", señaló en un comunicado el presidente internacional de Médicos Sin Fronteras, Chistophe Fournier.
"La operación en Haití es la respuesta más compleja a una catástrofe que la ONU ha debido enfrentar", se justificó a su vez Elisabeth Byrs, la portavoz de la Oficina de Coordinación para Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA).
Para enfrentar dicha hecatombe, Naciones Unidas hizo un llamamiento de emergencia solicitando 576,9 millones de dólares, que ha sido cubierto al 95 por ciento.
No obstante, esa cifra se revisará el próximo 17 de febrero y según estimaciones de la OCHA, la nueva petición rozará los 1.500 millones de dólares.
La magnitud de la tragedia causada por en terremoto lo justifica: 200.000 muertos; 300.000 heridos; 1,2 millones perdieron sus hogares; y quedan más de 700.000 sin refugio adecuado.
Esta última es la principal indignación y la mayor preocupación de los humanitarios que asisten impotentes a una situación que puede empeorar y tener consecuencias catastróficas si no cambia radicalmente.
"Estamos ante una situación potencialmente catastrófica", advirtió Byrs, que como el resto de sus colegas señala que es urgente reubicar a las personas que viven en los campamentos improvisados para evitar tragedias mayúsculas a causa de eventuales inundaciones.
El temor de las agencias humanitarias reside en la posibilidad de que, a causa de las intensas lluvias que comienzan a caer en Haití a partir de finales de marzo, se produzcan crecidas de ríos, y deslizamientos de tierras.
Muchos de los campamentos improvisados están cerca de los ríos, porque los afectados quieren aprovisionarse de agua, y otros muchos están bajo las colinas que rodean la capital, con lo que, en caso de intensas tormentas, serían los primeros en estar en una situación de peligro.
Otro de los problemas más acuciantes es la total falta de saneamiento y el riesgo casi inevitable de que se produzcan brotes de enfermedades.
Para evitar que la situación se agrave, el Alto Comisariado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos y el Alto Comisariado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) hicieron hoy un llamamiento conjunto para solicitar que no se repatríen haitianos.
"Urgimos a los países que suspendan todos los retornos involuntarios a Haití. No es el momento", reza el comunicado conjunto, que no cita nombres.
Los desafíos y los temas por resolver, mientras, se acumulan.
"Se necesita urgentemente ayuda psicosocial", recordó Byrs, tras explicar que la mayoría de la población está gravemente traumatizada.
Otro aspecto que el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) trata de paliar son las secuelas en los niños y adolescentes, en un país en el que el 40 por ciento de la población es menor de 14 años.
Finalmente, un reto mayor es evitar que en el medio del caos, las bandas criminales se reorganicen, dado que 5.000 de los 8.000 reos que ocupaban las cárceles de Haití pudieron huir tras el sismo, y sólo 200 han sido detenidos.
"Todo el trabajo que durante 3 años hicieron los cascos azules se perdió en el terremoto", aseveró Corine Momal-Vanian, portavoz de la ONU en Ginebra.
Por ahora, pocos se atreven a hablar del riesgo mayor que comporta la temporada de huracanes, que comienza en junio.