La argentina Lucila Ramballo, de 20 años, que murió el martes, y el guía peruano Washington Huaraya, que falleció ayer, mientras recorrían el Camino Inca que conduce a Machu Picchu, son las últimas víctimas conocidas.
Además se calcula que hay unos 50 heridos, más de un centenar de damnificados y otros 2.000 turistas en el Cuzco, aunque aún no hay cifras oficiales.
La presencia de visitantes extranjeros en la ciudadela arqueológica de Machu Picchu, donde el servicio férreo quedó interrumpido por las precipitaciones, es lo que ha propiciado un mayor conocimiento de la situación.
El Gobierno peruano comenzó el martes a evacuar con helicópteros a 20 turistas australianos, brasileños y estadounidenses con problemas de salud.
Ayer se reanudó el puente aéreo para trasladar al pueblo de Ollantaytambo a los turistas, informó la agencia estatal Andina, pero la situación se complica por la falta de medios para ello y en medio de quejas por una presunta prioridad a los más adinerados.
El guía turístico Fred Reyes relató a CPN Radio que se ha dado preferencia a los visitantes que poseían billetes del exclusivo servicio ferroviario Hiram Bingham.
Sin embargo, el primer ministro peruano, Javier Velásquez, señaló que la evacuación se realiza sin distingo alguno y dijo a periodistas que las autoridades tratan de conseguir más helicópteros para continuar con el traslado de turistas, de los cuales, aseguró, 250 ya han sido llevados a la ciudad de Cuzco.
Se espera la llegada de otros helicópteros de las Fuerzas Armadas y de la embajada de Estados Unidos, así como de naves alquiladas.
Velásquez informó de que el Gobierno destinará 2,4 millones de dólares para enfrentar la emergencia y añadió que el puente de Ollantaytambo será repuesto a más tardar el jueves, por lo que es probable que el viernes se restablezca el tránsito por carretera, así como en la línea férrea de Cuzco a Machu Picchu.