Estos días de clausura en nuestros hogares son idóneos entre otras cosas para observar cómo funciona nuestro planeta. Cuando hace medio siglo se atisbaba la crisis ambiental que nos sobrevenía al economista Boulding se le ocurrió una brillante metáfora. La Metáfora de la nave espacial Tierra. Servía para entender los límites de los recursos de nuestro planeta. Hoy la metáfora podemos situarla en este hábitat que es nuestro hogar, nuestro pequeño mundo. En la Nave NPM, en la que viajamos durante esta cuarentena, como en cualquier otro ecosistema se requiere de un uso racional de recursos y energía para que la vida prospere. Debemos saber que nos acompañan en el viaje otras especies, como esos simpáticos pececillos de plata que se alimentan de polvo, además entre otros de hongos y algas verdeazuladas. Todos ellos juegan su papel en el equilibrio, en especial en ese satélite tan especial que es nuestro cuerpo. Empeñarse en eliminarlos es más contraproducente por cuanto acabaremos contaminando nuestra nave, ya de por sí enrarecida por el uso de químicos que la hacen más nocivas que el exterior. Recuerde siempre que la casa más limpia no es la que mejor huele. La NASA recomendó diez plantas que purificarían el aire de sus cápsulas especiales, todas ellas frecuentes en nuestras casas y de fácil cultivo. Potos colgantes, andaluzas cintas, pilistras de la abuela o los elegantes ficus son, entre otras plantas, las que como hogareños bosques y selvas nos ayudan a reducir gases nocivos como xilenos y formaldehidos.
La cuaresma hace alusión a la primera gran crisis ambiental de la que tuvo conocimiento la humanidad, los cuarenta días que duró el diluvio universal. Esta cuaresma en tiempos de cuaresma podríamos bautizarla como la de Andrómeda. La amenaza de esta diosa gobernante de la humanidad fue objeto de la primera novela del genial Michael Crichton, una relato sobre las vivencias en un laboratorio ante el desafío de una crisis microbiana. Ridley Scott en su versión televisiva añadió el premonitorio subtitulo ‘Un mal día para ser humano’. La amenaza no era más que un mensaje desde la Naturaleza de la Constelación de Andrómeda a través de la mejor forma de comunicación, la vida. En cada una de las naves NPM la señal de la vida es la más importante durante esta Cuaresma de Andrómeda.