El jugador portuense lidera la tabla de goleadores
El conjunto filipino Ceres Negros venció este martes al Binh Duong, de Vietnam, en un partido correspondiente a la Copa AFC, la segunda en importancia continental dentro de la Confederación Asiática de Fútbol (AFC), y lo hizo gracias a los goles de uno de sus referentes, el gaditano Bienvenido Marañón.
El cuadro que dirige el serbio Hristo Vidakovic, exjugador de equipos como Betis, Osasuna y Polideportivo Ejido, superó a domicilio a su oponente vietnamita (1-3), merced a los tres tantos de Bienve Marañón, quien también goleara en la victoria ante el birmano Shan United, en el primer partido de la competición.
Disputadas ya dos jornadas de la Copa AFC, el Ceres Negros lidera el Grupo G con dos triunfos en sendos encuentros, y el natural del Puerto de Santa María suma cuatro dianas que le permiten liderar la tabla de goleadores, igualado con el jordano Baha Faisal y el nigeriano Ganiyu Oseni.
Con la reciente llegada de Andrés Iniesta, David Villa y Fernando Torres, los dos primeros pertenecientes a las filas del Vissel Kobe, mientras que el delantero de Fuenlabrada milita en el también japonés Sagan Tosu, el fútbol asiático está en boga y acapara muchos más focos.
Sin embargo, el centrocampista andaluz cogió las maletas mucho antes, allá por 2015, y lo hizo tras pasar por varios equipos de la geografía española como son el Cádiz, el Móstoles o el Socuéllamos, previa formación en las categorías inferiores del Real Betis.
Un pasado bético que comparte con el guardameta Toni Doblas, compañeros de equipo la pasada temporada y campeones de la Liga Profesional de Filipinas, primera división del fútbol filipino.
Desde milita en el equipo de Bacolod, Bienve Marañón ha conquistado el torneo doméstico hasta en tres ocasiones, siendo subcampeón en solo una, la campaña de 2016.
Lo cierto es que la mirada balompédica ha adquirido en los últimos tiempos un cierto cariz oriental, y las cámaras apuntan a las filigranas de Iniesta, a los goles de Villa y a las carreras de Torres.
Pero a más de 3.000 kilómetros de Japón, un desconocido portuense continúa con paso firme en su aventura asiática, a la que, si algo no le falta, son títulos y goles.