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El Puerto

Ruiz Mata disertó sobre “La forja de Tarteso en la Bahía Gaditana”

El conferenciante fue presentado por el vicesecretario del PP de El Puerto José Ignacio González Nieto

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  • GONZÁLEZ NIETO CON RUIZ MATA. -

El catedrático de Prehistoria y presidente de la Fundación de Estudios Fenicios Mediterráneos, Diego Ruiz Mata, habló sobre “La forja de Tarteso en la Bahía Gaditana” en el marco de las Conferencias Populares, encuentros en los que se abordan distintas cuestiones de interés y actualidad.

El conferenciante fue presentado por el vicesecretario del PP de El Puerto José Ignacio González Nieto, quien se refirió a él como un “luchador por nuestra cultura y prestigioso intelectual”.

Ante un salón de actos del restaurante “La cuchara” lleno de un público que deseaba ampliar sus conocimientos sobre la materia, Ruiz Mata desgranó lo que ha significado Tartesos para el pensamiento histórico español y occidental y cómo se han sucedido las teorías e investigaciones sobre este enigmático término, que tanta atención ha suscitado.

Autor de una amplia bibliografía, entre la que se cita “Tartesos y tartesios” (Almuzara), el profesor, quien recordó cómo en 1979 comenzó su gran aventura investigadora en el yacimiento de Doña Blanca, refirió que Tartesos había surgido gracias a los fenicios, que disponían de un proyecto colonizador en Occidente, tras el conocimiento de sus posibilidades mineras, demográficas, comerciales y agropecuarias, desapareciendo con el tiempo por  acontecimientos internos y externos, si bien pervivió en muchos aspectos en fases posteriores desde fines del siglo VI a.C., dando lugar a una fase que llamamos turdetana.

Diego Ruiz Mata apuntó que Tartesos es el resultado de un proceso de interacción, aculturación e integración –también en aspectos religiosos–, entre fenicios e indígenas, en la Bahía de Cádiz, Bajo Guadalquivir y Huelva, que controlaba el metal, incluyendo la plata y el oro. El profesor aseveró que Tartesos “es una cultura de ciudades” y que la bahía, lugar en donde, en torno al 850 antes de Cristo, se produjo la llegada de unos navegantes fenicios, disponía como lugar privilegiado de la Sierra de San Cristóbal, pues allí había agua, madera y un amplio campo de cultivo. 
 

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