Ha amanecido el día con un lío espantoso. No se lo van a creer, pero está muy claro que todo lo que pase ahí fuera tiene una fuerte repercusión aquí dentro. No vaya usted a creer que aquí vivimos de espaldas a la calle. Sube de golpe y porrazo el IBI en La Isla y a nosotros, incluso sin tener casa propia, se nos sube la tensión. Y, si con esa recaudación La Isla estuviera más limpia, vale, pero solo hay que darse una vueltecita para comprobar todo lo contrario. Llegan las guerras y se ponen por las nubes las papas, la carne y el pescado. La sequía ha traído consigo la subida escandalosa del aceite, que ha pegado un salto mortal que no es normal. Para muchas familias llegar a fin de mes se ha convertido en una meta imposible.
Y ya lo que nos faltaba es que un prófugo de la justicia española, al que se le rinde honores besando las huellas por donde pasa y dejando a la justicia española y a Montesquieu con el culito al aire, nos enseñara el camino a seguir. Hasta los locos sentimos que la humillación no puede ser mayor, y que la bajada de pantalones es despampanante. Y encima andan diciendo que sus barbaridades las hacen en nombre de España. Oiga, a nosotros que nos dejen tranquilos, a ver si cuando alguna vez tiremos los colchones por las ventanas, les va a gustar que digamos que lo hacemos también en nombre de este país.
Aunque en realidad los locos le tenemos envidia a Puigdemont, porque también nosotros quisiéramos habernos metido en el maletero de cualquier coche, salir de este manicomio, reírnos de la justicia y que nos costearan un buen hotel por ahí fuera. Ahora el muchacho se ha venido arriba, y es una máquina de pedir. El partido gobernante, socialista en otros tiempos, le ha dicho una frase latina muy antigua y cortita:
Do ut des, que traducido al cristiano significa
Te doy para que me des. Y ¿qué te doy? Lo que salga de tu boquita. Y ¿qué quiero que me des? Unos cuantos votos. No hay equilibrio, porque lo que sale de esa boquita no tiene límites. Los locos no veríamos mal que se luchara por una buena convivencia, pero todo lo estropea la necesidad que tiene un señor de unos cuantos votos para seguir en el butacón. Y se meten en ese berenjenal a sabiendas de que este personal independentista es insaciable. Todos dependemos ahora de la exigencia de unos cuantos señores que han vuelto a abrir la carta a los Reyes Magos que llevan tiempo escribiendo.
Para meter con calzador la amnistía dicen que la Constitución habla en su Preámbulo de la importancia de conseguir una buena convivencia, pero no caen en que el resto de España anda con un impresionante cabreo. De hecho, el mismo director del manicomio, que arrastra una deuda de unos cuantos euros no comprende que a él no se la perdonen y sin embargo a esos señores se les vayan a perdonar no sé cuántos miles de millones. Ahora todas las comunidades quieren que se les perdonen sus deudas o se les dé a cambio lo mismo que a Cataluña. Ya se comienza a escuchar por ahí que no es Cataluña, sino el resto de España el que pide la independencia a ver si así se consigue el viejo sueño de no tener que depender de cuatro delincuentes.
Bueno, los locos no sabemos cómo va a terminar todo esto, pero sí sabemos con seguridad total que de aquí no hay quien nos saque.