Después de dar muchos paseos por la Casería de Ossio aireando el coco, caí en la cuenta de lo bonito que es aquello. Una intervención quirúrgica de Costas, que, por cierto, los cojones que ha puesto para derribar las casetas que había allí no los ha tenido para aplicar la misma vara de medir en otras zonas más apropiadas para el derribo (tenemos el listado en el manicomio), ha metido el bisturí y allí ha dejado al herido prometiéndole curaciones que no han llegado. Sigue pasando el tiempo, y, si te vi, no me acuerdo. Se ha vuelto a producir lo de siempre: fuerte con el débil y débil con el fuerte. Así nos va en este país de bandoleros, tipo que por supuesto no ha faltado en el pasado carnaval.
Pues bien, el otro día, me acerqué al Centro de Congresos, en el que se mostraba una exposición curiosa relacionada con la Casería. Entonces fue cuando me di cuenta de que, aunque en La Isla pintamos muy poco, todavía hay alguien que con paciencia y técnica es capaz de pintar con un arte que le sobra. El artista se llama Tomás Sánchez Pedreño. Y a su exposición le ha puesto el nombre de Sin Chapa ni Cartón, expresión vecina de aquella que dice “sin trampa ni cartón” y que hace referencia tanto a lo limpio, íntegro y sin engaño, como a la mentira y al cartón del dos. Dio la casualidad de que, cuando fui a ver la exposición, se encontraba allí el autor, afortunadamente para él más joven que yo, aunque también un poco loco, cosa que nunca viene de más.
Él me explicó con mucha amabilidad que ha querido dar un paseo por la zona costera de la Casería de Ossio y, pincel en mano, ha tratado de rendir un sencillo homenaje a una entrañable página de la historia de La Isla.
Comienza con un cuadro evidentemente titulado Llegar, sigue con Deriro, así consta con pintura barata en una vieja caseta, aunque el que lo escribió querría decir Derribo, continúa con Luna de color…, La pesca del almendro (a ver quién pesca una almendra dulce en un almendro amargo), sigue con No cabe la barca (curioso cuadro, en el que aparece una barca que no se podrá guardar en la caseta, porque no cabe por falta de cálculo)…, y así hasta 18 cuadros. En cada uno de ellos triunfa el contraste de colores, el juego de las sombras y la originalidad del enfoque.
A mí me la exposición me ha gustado. Si no fuera por ella, difícilmente se iba a quedar en nuestras retinas la imagen de aquel pintoresco lugar tal como era antes del Deriro (perdón, Derribo). Pero ya eso no va a ocurrir. Esta exposición es una auténtica guerra contra el olvido y contra la destrucción de los recuerdos. Son 17 piezas en acrílico en tabla y una en óleo en tabla, realmente conseguidas. Alguna que otra lagrimita se asomará a los ventanales de cualquier mirada sentimental al contemplar una estampa que se perdió para los restos y de la que nuestros nietos no tendrían ni idea.
Este loco quiere felicitar a su autor Tomás Sánchez Pedreño por su obra y por dejarnos a los cañaíllas bellos retazos de nuestra historia. Le deseo muchos éxitos en el futuro y le doy aliento para seguir luchando. Enhorabuena. La exposición estará pendiente de que usted vaya a verla hasta el día 17 del presente mes. Si no va, ya sabe que cualquier amigo mío del manicomio, como se entere, le puede abrir la cabeza de un buen silletazo.