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Desde la Bahía

Opinión apócrifa

Quien crea que el pedestal forma parte de la imagen se equivoca, solo la eleva. El pedestal es el marco del lienzo.

Publicado: 12/10/2020 ·
20:34
· Actualizado: 12/10/2020 · 20:34
Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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Los cosos taurinos no siendo ajenos a la filosofía del espectáculo que en ellos se exhibe, presentan la paradoja de dividir su aforo, en localidades de sol y sombra, siendo estas últimas las de más alto valor adquisitivo y confort.

Quizás seamos los seres humanos un coso taurino, en el que las personas serían los elementos celulares, las gradas los tejidos, los tendidos los órganos y el callejón esa circunvalación donde se engendra la creatividad, la inteligencia, la ilusión y la belleza, que luego en el redondo mundo de la vida, tienen que enfrentarse a la realidad, negra alargada y cornúpeta, que a diferencia del ejemplar vacuno, no acude al engaño porque el engaño es la mayoría de las veces el tipo de cornada que más utiliza. 

Las amplias plazas de las ciudades, vacías de monumentos, con solo sillas de bares en su contorno, parecerían hileras de cangrejos alrededor de un mar/tierra, sin saltos de delfines en los chorros de sus fuentes y sin cámaras de turistas recogiendo la imagen de algún personaje de época.

El escultor cuando cincela ya tiene la imagen que va a esculpir en su cerebro y le ilusiona tanto el que sea vista por la mayor cuantía de personas, como el que sea respetada y admirada. Por ello inmediatamente pensó colocarla en altura superior a la del ser humano, visible a cualquier distancia, construyéndole un pedestal. Quien crea que el pedestal forma parte de la imagen se equivoca, solo la eleva. El pedestal es el marco del lienzo. Sin él, la pintura se desparrama por los laterales.

La vida de hombres y mujeres es una secuencia de luces - sol - y sombras, que condicionan el aforo completo de los años. Como en las plazas de toros, una localidad no anula a otra antagónica y un hecho luminoso convive con una sombra alargada y gélida, ambos entran a formar parte de una misma historia y la única diferencia es que la alegría y el gozo del primero, no concuerda con la degradación y la tristeza del segundo. Hay personas que a lo largo de su vida realizan acciones de tan intensa luminosidad, que producen admiración ante el resto de su comunidad. Es entonces, cuando ésta acuerda esculpirle un monumento. La verdad que esto encierra hace que la figura quede indefinidamente expuesta. Si luego surgen sombras en el mismo individuo, estas serán criticables o punibles, según su grado, pero nunca podrán afectar a aquello que hizo con excelsa calidad.  Lo importante por lo tanto es conocer la historia completa de los seres que ensalzamos y denigramos, para no cometer atropellos graves, con las esculturas que se intentan destruir. Si no lo hacemos así, si no estudiamos la verdadera historia de cada acontecimiento, antes de tomar decisiones, es muy posible que la mayor parte de las construcciones y monumentos que admiramos, estén tiritando ante la posibilidad de ser víctima de la piqueta, porque todas ellas tienen sombras de mayor o menor intensidad en su perímetro.

Los poderes políticos y también las vías de comunicación - por pereza nuestra - nos han llevado a vivir una vida supuesta, fingida, apócrifa, la cual con la misma intensidad que el Covid19, se ha contagiado de las opiniones públicas que estos dictan y de los apasionamientos que los distintos ideales destilan, con mayor o menor dosis de hiel. No tenemos criterio propio, lo hemos pignorado en la Casa de Empeño de la mediocridad. Creemos que una persona es de una calidad suprema porque nos lo dicen, no por convicción íntima y segura. Se califica de ogro o tirano por las mismas circunstancias y admitimos las falsificaciones históricas con la misma naturalidad que admitimos las variaciones climáticas. Las actitudes comienzan a ser cobardes cuando se hacen hacia personas que ya no están entre nosotros y recuerdan a aquellos perros que destruyen pieles de animales que no fueron capaces de atacar en vida.

Demos una vuelta por la comunidad en que vivimos. Analicemos seriamente la vida y obra de cada una de las personas que hemos puesto sobre un pedestal. Nos llevaremos sorpresas y sobre todo nos obligará a razonar, antes de querer utilizar ciegamente la piqueta de los fanáticos. No por tener una localidad de sombra se es un señor.

 

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