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Better Call Saul se reafirma como una serie sobre la determinación

El ‘spin-off’ de ‘Breaking bad’ llega a su recta final con signos de agotamiento, aunque con la expectativa de una resolución que fluye al origen de todo

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La sexta y última temporada de Better call Saul se ha apuntado a la estrategia comercial de los “volúmenes”, que consiste en dividirla en dos para acrecentar las expectativas de la audiencia, tal y como ocurre ahora mismo con Stranger things, aunque, a diferencia de ésta, el suspense no sea una aspiración por sí misma.

Así, el célebre spin-off de Breaking bad sigue siendo una serie de personajes y, más aún, una serie sobre la determinación del ser humano. En este sentido, ni  Vince Gilligan ni Peter Gould necesitaban de una fórmula con la que postergar un desenlace que se antoja evidente y en el que lo único que está en juego es hasta qué punto serán capaces de vender su alma para entroncar con la pareja protagonista de la serie original -Walter White y Jesse Pinckman- y forzar su reaparición, algo con lo que se viene rumoreando desde hace un par de temporadas.

En cualquier caso, la serie llega a su recta final con signos de agotamiento, como empujada a prolongar artificialmente sus diferentes tramas paralelas, aunque es cierto que depara algunos aciertos, como los episodios cuya dirección ha encomendado a dos de sus protagonistas, Rhea Seehorn y Giancarlo Esposito, que demuestran una enorme solvencia narrativa a la hora de implicarse en el desarrollo de la función delante y detrás de la cámara.

Lo mostrado en los siete episodios del primer volumen -faltan los seis definitivos que se emitirán entre julio y agosto- supone una reiteración de escenarios y personajes comunes, llevados aquí en algunos aspectos hasta sus últimas consecuencias, en la busca siempre de cierta complicidad con el espectador, una vez definido el tono y la evolución psicológica y dramática de los personajes, que son los que han marcado la serie desde su aparición en torno al buscavidas y trilero encarnado por Bob Odenkirk, felizmente relegado en muchos casos a un segundo plano gracias al impecable trabajo de Seehorn, y al de la aportación de otros protagonistas que han ido acrecentando su presencia cada temporada en favor de tan peculiar y delictivo universo. Ya no se trata solo de la determinación de Saul Goodman, sino de la de los que tratan de sobrevivir en un mundo en el que las reglas están para pervertirlas, esquivarlas y acondicionarlas a un modo de vida en el que ninguno está libre de tirar la primera piedra.

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