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Javier Malla, el entrenador milagro de un Udea de Plata de ley

El técnico del cuadro de Algeciras hace balance de una temporada difícil, en la que el equipo ha tenido que reinventarse en varias ocasiones

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  • Javier Malla, en el centro, se dirige a sus jugadores. -

Por tercera temporada consecutiva desde su ascenso a la LEB Plata el Damex Udea Algeciras ha obtenido la permanencia. Lo hizo superando un play-off ante el Alginet y tras numerosos cambios en la plantilla. Por eso, si hay un nombre propio dentro de esta proeza es el de su entrenador, Javier Malla. El algecireño es el entrenador milagro que ha vuelto a salvar al Udea en un ejemplo de la ahora tan manida resiliencia.

“Hemos pasado un año durísimo”, admite el técnico. “Han sido muchas las circunstancias adversas que ha tenido que superar el equipo. Cada vez que superábamos algo nos encontrábamos con que todo se deshacía y había que volver a empezar”, explica.

Las cosas comenzaron complicándose desde un primer momento. “La pretemporada empezó muy tarde y a falta de varios jugadores. Cuando el equipo ya se estaba conociendo, en noviembre, conseguimos cinco victorias”, indica Malla. En ese momento, “el equipo estaba bien armado, con el liderato por dentro de Zane Najdawi, nos encontramos en diciembre con el mazazo de que no podíamos seguir contando con él”. El pívot, que promediaba 13,9 puntos y 6,5 rebotes por partido, recibió una oferta económica superior y optó por marcharse.


“A partir de ahí comenzó el calvario. Además de Najdawi se fueron Ed Koyanouba y Bryan Polanco. Durante más de dos meses estuvimos con ocho jugadores y era muy difícil entrenar así. Fue una travesía del desierto”, recuerda el entrenador. “La directiva trabajó para intentar cubrir esas bajas. Llegó Amidou Bamba y duró 26 minutos”, lamenta. Una lesión que arrastraba hizo que sólo pudiese participar en dos entrenamientos y en el partido en Marbella. “Seguimos trabajando con mucha fe, pero los resultados eran muy adversos. Luego encontramos la solución de Terrence Thompson, que nos duró también 27 minutos”. En ambos casos la plantilla venía trabajado para armar el equipo en torno al juego interior, al estilo que el técnico algecireño mantiene y que le ha dado tan buenos resultados.

“Tuvimos que volver a reinventarnos. Prácticamente no teníamos juego interior claro, porque no teníamos hombres altos, salvo las aportaciones de Yago Estévez y Serigne Ndiaye, que no son para esa posición”, señala.

“Ya en marzo llegó Maverick Rowan, con quien tuvimos que cambiar toda la filosofía de juego. Prácticamente tuvimos que jugar con cinco hombres exteriores o cuatro y uno interior”, comenta Malla. Esta vez las cosas sí salieron bien para el equipo algecireño, que comenzó a remontar el vuelo justo a tiempo para afrontar la recta final de la temporada.

El “punto de inflexión” llegó con la victoria en Morón. “Desde ahí sumamos tres victorias. El equipo empezó a carburar y a ganar partidos. Aprendimos a jugar de otra manera, con sistemas nuevos y eso lleva tiempo, pero empezó a dar frutos. Fue un golpe de timón”, subraya el técnico. Además, Morón había impugnado el resultado alegando una alineación indebida que no se había producido, una jugada que terminó por dar fuerzas a un Udea al alza en ese momento.

“Ganamos también en Gijón y logramos una victoria en casa ante un rival tan duro como el Burgos. Ahí cogimos la confianza que necesitábamos para intentar eludir el descenso directo. Fuimos capaces de superar una situación de presión muy grande”, indica el entrenador algecireño.

Después del respiro que supuso eludir el descenso directo el equipo tenía que afrontar el play-off de permanencia, en el que el udea fue superior a su rival. “Contra Alginet creo que el equipo ha demostrado que es sólido y ha terminado haciendo los deberes”, sostiene Malla. El técnico comenta que “trabajamos mucho en conocer al rival y ese estudio nos ha servido para hacer lo que queríamos. En la ida ganamos, pero en la vuelta salimos desde el minuto cero sorprendiendo para que no pensaran en sus armas, sino en cómo deshacerse de las nuestras”, explica, una estrategia que resultó un éxito.

Largos viajes
Uno de los grandes problemas de militar en categorías de este nivel es el aislamiento que sufre Algeciras en materia de infraestructuras para transportes. “Tenemos un gran hándicap al estar en Algeciras”, incide Malla. “Hacemos mil kilómetros cada quince días, porque jugamos con equipos del norte. Cada vez que salimos a jugar fuera son tres días”, explica. Y eso que esta temporada el club ha logrado mejorar algo los desplazamientos. “Entre ir en autobús o ir yo conduciendo la furgoneta está claro que la situación ha mejorado, pero son situaciones muy estresantes y cansan”, comenta el técnico. “No tenemos tren, ni avión. Es muy caro movernos por España”, subraya. “Además, yo como entrenador soy muy pesado, entrenamos mucho”, admite Malla, una situación que a su entender hace que el equipo termine también muy cansado la temporada.

Al margen de los muchos kilómetros recorridos, algo inevitable en una categoría nacional, el grupo no es fácil. “Hemos tenido un grupo Oeste muy duro, con equipos como Burgos y Ourense, que venían de LEB Oro, Cantabria, que lleva muchos años invirtiendo fuerte para ascender, como al así ha sido, Zornotza, Ponferrada, Zamora, La Rioja, que ha terminado haciendo un súper equipo...”, cuenta el técnico. Pero Malla se queda con el trabajo de los suyos: “Hay que jugar las ligas hasta el final. ¿Quién iba a decir que Gijón y Salamanca estarían ahora en EBA?”.

Eso sí, admite que está “muy saturado. La liga nos ha dejado exhaustos a la directiva y al cuerpo técnico. El tormento de verme todo el año abajo y pensar que podíamos perder esto por lo que llevamos tantos años luchando es mucho cansancio. Necesitamos respirar”. Por eso todavía no piensa en la próxima temporada. “Mi sueño es ver a Algeciras en la ACB, pero mi deseo inmediato es tener las mismas armas que los rivales. Ir a nuestra guerra en igualdad de condiciones. Y sin restar ni un ápice de mérito al equipo que tenemos”, sin desvelar su futuro.

Apuesta ganadora
La llegada de Maverick Rowan en la recta final de la temporada fue una apuesta ganadora para el Udea. En diez partidos, los ocho últimos de la liga regular y los dos del play-off de permanencia, ha promediado 26,2 puntos (con 5,2 triples por encuentro), 5,2 rebotes, 3,4 asistencias y 22,3 puntos de valoración por encuentro. En la vuelta del partido por la permanencia, en tierras valencianas, anotó 33 puntos.

“Maverick nos ha dado mucho en la recta final. El efecto Maverick ha puesto en valor todo lo que el equipo hacía bien y nos ha dado un plus”, sostiene el entrenador del Udea. Según explica Malla, “lo que teníamos no estaba siendo suficiente para sacar adelante los partidos, pero a nuestro fondo de armario se sumó Maverick”.

Aunque admite la gran aportación del canadiense, Malla no deja de señalar que “el equipo ha hecho una demostración de humildad y de inteligencia. Gente como Miki Ortega, que siempre ha sido el jugador anotador del equipo, acabó el Alginet con seis puntos, pero con una dirección soberbia. Jamal Reynolds, que ha pasado por una lesión, ha sido fundamental. Todos han hecho un gran trabajo y se han sabido adaptar, igual que Maverick se ha adaptado a ellos. Las rotaciones de los jugadores de casa han sido muy importantes. Al fin y al cabo son el alma del equipo”, comenta.

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