A mí el espiritusanto, Manuel Espiritusanto, me dijo en otra crisis que pintaba dura, que cuando unos lloraban, otros vendían pañuelos. No es tiempo de lamentarse, entre otras cosas porque hasta el duelo nos ha sido vetado. Con la hostelería herida, los más espabilados han virado a otras oportunidades de negocio y empleo acorde con estos días de intersección. Desde vendernos paraísos neorrurales a la transformación digital del teletrabajo forzado, más todo ese círculo virtuoso de los objetivos de desarrollo sostenible. Mientras hibernamos el turismo que no es ningún maná, dado que nos lo hemos currado, habrá que ver cómo nos las apañamos para revivir el invento mejorado. Marrón y cuenta nueva. Málaga está acostumbrada a estos vaivenes filoxeros que nos arruinan el brindis tres veces al siglo. En esta ocasión el punto de partida es global. Estamos entre la casilla de salida y Parcemasa . Mejor pertrechados o igualados que nunca, no porque lo diga la gobernanza enmascarada que chupa cámara con su nómina a buen resguardo. Aquí hay una pulsión creativa emprendedora muy enraizada. Por eso, lo primero es cuidarse, evitar la transmisión comunitaria de la plaga y procurar no envirutarse de hospital. Saldremos adelante a trompicones. Le recuerdo que, tras la gripe de 1918, llegaron los locos años veinte, y le aseguro que cuando todo esto acabe, si salimos coleando, no vamos a dejar evento, feria, ni festival con cabeza. Resumo: es tiempo de cuidarse y sobrevivir civilizadamente, incluso a la vuelta al cole.
Ojos de plato
Ojos de plato. Consejo del Espiritusanto
A mí el espiritusanto, Manuel Espiritusanto, me dijo en otra crisis que pintaba dura
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