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La tribuna de Viva Sevilla

Elecciones 2D: más y mejor inversión en infancia

María Martínez Viamonte, coordinadora de Unicef Comité Andalucía, plantea sus peticiones sobre la infancia a los partidos ante el 2D.

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El pasado 19 de noviembre, víspera del Día Mundial de los Niños, se produjo el primer debate entre las principales formaciones políticas candidatas a gobernar nuestra comunidad autónoma. La atención a políticas centradas en la infancia fue prácticamente inexistente durante el mismo. Pero la realidad es, porque los datos oficiales así lo revelan, que más de 600.000 niños y niñas en Andalucía (más del 38% del total) están riesgo de pobreza o exclusión social.

Esto significa que viven en hogares donde no pueden hacer frente al pago del alquiler, de la hipoteca o de otros recibos relacionados con la vivienda; que no pueden mantener una temperatura adecuada durante los meses fríos, o que viven en hogares donde los adultos han trabajado menos del 20% de su potencial total de trabajo en el último año. Aunque los datos estén mejorando, no se debe tolerar que 4 de cada 10 niños sigan padeciendo esta situación.

Desde Unicef Comité Andalucía pedimos a todos los partidos políticos que concurren a estas elecciones que la inversión en infancia sea una prioridad. Invertir en infancia significa invertir en el desarrollo económico y social, contribuye a aumentar la productividad y es vital para romper la transmisión generacional de la pobreza. Para que esta inversión tenga los efectos deseados entre quienes más lo necesitan, solicitamos la elaboración de un informe previo de impacto en la infancia, la adolescencia y la familia, en los proyectos de ley de presupuestos.


No basta con destinar recursos a sectores sociales específicos; es necesario además analizar el impacto potencial que cada inversión tiene, o no, en la infancia, en la reducción de las desigualdades y si pone a los niños y niñas en el centro de las políticas. Invertir en infancia representa además fortalecer el sistema de protección para los niños y niñas que se encuentran bajo acogimiento familiar o residencial, para garantizar la cobertura adecuada de todas sus necesidades.

También los niños y niñas extranjeros solos que llegan a nuestras costas necesitan de esta protección. Como organización defensora de los derechos de toda la infancia, nos hemos reunido con las diferentes administraciones y trasladado nuestras recomendaciones para asegurar la acogida y la integración real de estos niños. Igualmente, pedimos a todos los partidos que contribuyan a tomar medidas contra la violencia que sufre la infancia, invirtiendo recursos en formación para el personal docente, los servicios sociales y el sistema judicial, y adoptando medidas que garanticen la protección de quienes sufren discriminación, como niños y niñas con discapacidad o LGTBI.

La violencia no es inevitable. Pero necesitamos programas específicos en los centros escolares. Ningún niño o niña debería tener miedo a ir a la escuela; este debería ser uno de sus lugares favoritos, aquel donde se encuentra con sus amigos, aprende y juega. Hacerles partícipes de los procesos y las decisiones que les afectan también les protege de la violencia, porque refuerza su capacidad de actuar ante los abusos. Estas medidas, y cualquier actuación en pro de sus derechos, no se pueden llevar a cabo si no tenemos en cuenta, en todas las políticas y en todos los espacios, la opinión y participación de los niños.

Por eso reclamamos la puesta en marcha de un Barómetro Andaluz de Infancia. El 16 de noviembre celebramos el X Pleno Infantil en el Parlamento de Andalucía, en el que 126 niños y niñas de diferentes municipios explicaron su opinión sobre estos y otros asuntos. Tras el debate, dejaron enormes notas pegadas en los escaños como recordatorio de sus reivindicaciones a los parlamentarios. En muchas de ellas apelaban a su derecho a ser felices porque, como escribió Rubén, “Acuérdate de que una vez fuiste niño… por lo tanto, acuérdate de lo que pensabas cuando eras niño”. Y a que su opinión sea tenida en cuenta, como se preguntaba Claudia: “¿Quién nos garantiza que somos escuchados?”.

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