El Levante cayó ayer en los octavos de final de la Liga Europa ante el Rubín Kazán , que marcó sus dos goles en la prórroga tras un partido muy parejo que parecía destinado a la ruleta rusa de los penaltis.
Dos goles, uno en la primera parte de la prórroga del venezolano Rondón, y otro del ruso Dyadyun en la segunda, cortaron en seco las esperanzas levantinas en el partido más importante en sus más de cien años de historia.
Fue un partido atípico que se disputó en un estadio fantasma, ya que apenas unos cuantos centenares de aficionados animaban en unas instalaciones que acogieron en 2008 la final de la Liga de Campeones con capacidad para casi 80.000 espectadores.
El técnico levantino apostó por el delantero italiano Acquafresca como punta de ataque en sustitución del nigeriano Martins, aunque sorprendentemente dejó en el banquillo a Pedro López.
Mientras, el ruso Berdíev decidió arriesgar más de lo habitual y entregó la titularidad al ruso Kasáev, uno de los jugadores más desequilibrantes de los locales.
El general invierno estuvo ausente durante todo el partido, ya que las temperaturas rondaron los cero grados, aunque la pista de atletismo del estadio olímpico Luzhnikí estaba totalmente cubierta de nieve.