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Antonio Gallardo, reputado hostelero y carismático portavoz de la Asociación de Amigos y Vecinos de El Pópulo desempeñó un papel fundamental para evitar el desahucio de María Muñoz, octogenaria que estaba abocada a abandonar su hogar para ser destinada a vivienda con fines turísticos. Solo hace unos días, denunció un caso similar, el de la pareja formada por Pepa y Juan, a quienes los propietarios de su piso en el Arco de la Rosa han invitado a poner fin al contrato de alquiler tras décadas. Como miembro de Cádiz Resiste, plataforma contra la turistificación, ha llevado una lucha cnostante contra “la expulsión de los gaditanos” del barrio por la especulación urbanística. Y también colabora con el Sindicato de Inquilinos e Inquilinas, para poner coto a la actividfad de inmuebles vacacionales ilegales y a los intereses de las promotoras para construir viviendas a precios inasequibles para los ciudadanos.
Querido y respetado por su compromiso, Gallardo atraviesa justamente ahora unos momentos muy complicados porque es víctima de los abusos que ha denunciado en los últimos meses. El pasado 6 de junio recibió un burofax en el que la actual propietaria de la casa que ocupa en la calle Garaicoechea le comunica que la relación de arrendamiento finalizará el próximo 31 de octubre, fecha, por lo tanto, en la que tendrá que abandonar la vivienda.
Gallardo se muestra preocupado porque cuenta con ingresos limitados que le impiden hallar una solución habitacional en Cádiz de manera inmediata. Confía en alcanzar un acuerdo con la otra parte, y ha recibido numerosas llamadas de apoyo de vecinos y amigos para tratar de ofrecerle ayuda.
En plena faena de organización de los actos del Orgullo, admite que la tesitura es compleja y muestra su temor a verse privado de un hogar en el barrio donde es toda una institución.