La mayoría de los mortales, celebran la entrada de año y se desean felicidad, prosperidad y salud, al mismo tiempo, o poco después, de comerse las uvas el 31 de diciembre, sin embargo, existe un colectivo dentro de nuestra sociedad que, apartándose de estereotipos y costumbres, celebran el año nuevo, con la llegada de septiembre y la apertura del nuevo Curso Judicial y si… esos somos los abogados.
Un nuevo año que llega cargado de novedades, siendo muy reseñable el nombramiento de la primera mujer que ocupará la presidencia del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, la Excelentísima Señora Doña Isabel Perelló Doménech.
Y como es costumbre, con el inicio del nuevo año, lo propio es cargarse de renovados y buenos propósitos que hagan del año estrenado, una experiencia maravillosa y como no podía ser menos, nosotros también.
Pareciéndome esta ventana, una maravillosa forma de difundir, al menos, cinco de los propósitos que todos y cada uno de los garantes de la ley, deberíamos hacer nuestros, para nuestro bien y el de toda la sociedad.
El primero de ellos, es recordar el por qué de ser abogado, es imprescindible el empezar un nuevo Curso Judicial, buscando en tu interior las razones que te llevaron a ejercer uno de los oficios (si, oficio) mas bonitos y exigentes del mundo, reconectar con tu “yo” del pasado y fortalecer la ilusión de aquella maravillosa decisión.
El segundo propósito que te debes marcar, es el de ser consciente de tu valía, saber que estas hecho para esto, mantener la confianza es fundamental en este nuevo curso, ya que vendrán momentos duros, dudas, equivocaciones, derrotas…, que nada te pare, eres un/a titán y recuerda, una mala tarde, la tiene cualquiera.
El tercero y de los más importantes, es el ser empático, es un requisito sine qua non para el ejercicio de la profesión, y no me refiero tan solo con tus clientes, con los que sin lugar a dudas tendrás que serlo, sino que también me refiero a serlo con el compañero, con ese al que tienes en el estrado de enfrente, el compañerismo debe ser una norma base y fundamental del ejercicio de la abogacía, que no se te olvide.
El cuarto, es ser conscientes de la labor social que implica el ser abogado, no te olvides de que eres tú quien ha decidido poner tus conocimientos al servicio de los demás, de los que tienen y de los que tienen menos.
Y por último, pero no por ello menos importante, sino el que más… prométete buscar el equilibrio entre tu vida profesional y tu vida personal, no sólo es necesario para el óptimo y eficiente desarrollo de la profesión sino que es fundamental para todos aquellos que te rodean y al final de una adecuada jornada laboral, te esperan en casa.
Así que, buen año compañeros y a ti lector, que nos lees, paciencia y gracias, que estamos trabajando por y para vosotros.