El Rocío

Publicado: 23/05/2024
Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

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Estamos llegando a un punto en que todo es criticable, nos enfrenta y llega a crear una rivalidad irracional: o eres como yo, o estoy contra ti
Y llega otro año más el Rocío. Vuelven los trajes de flamenca, las carrozas, los mulos, caballos y bueyes que a través de las arenas guían al peregrino hacía la aldea. Regresan las sevillanas, que nunca se fueron, y el típico ‘rebujito’ que refresca las gargantas secas por el cante y el polvo de un camino que aglutina a más de un millón de personas en su final. Un pasaje de ida y vuelta que durará poco más de una semana, con el que se soñará durante el resto del año.

Llegan las promesas, los compromisos y los recuerdos de aquellos que ya no están. Reaparecen los volantes, los colores y las modernas peinetas. Se desempolvan las guitarras y la fe se viste de ‘gitana’ a la espera del ‘alto de la reja’, una de las vivencias, según cuentan, más emocionantes de esta romería. Pero también vuelven las críticas, las ofensas y despropósitos en las redes. Vuelven las envidias y los descalificativos de aquellos que caminan en senderos diferentes. Se retoman las burlas e injuria en los bares, y sobre todo, los juicios de valor de una fe controvertida que muchos no llegan a comprender.

Esa es la cultura que predicamos por estos lares, la de meternos en las vidas de otros, la de opinar sobre aquello que no nos compete como si nuestra palabra y opinión fuese ley. Particularmente, no soy de aquellos que abrazan dicha romería y mi fe dista mucho de la que sienten los rocieros, ya me gustaría, pero eso no me da el derecho de recriminar a los que dedican largos meses de su tiempo, su esfuerzo, su dinero y sobre todo, su fe, a prepararse para uno de los eventos más importantes de España, y particularmente, de Huelva. Entramos cada año por mayo en este ciclo absurdo que divide a los onubenses, los que caminan hacia el Rocío y aquellos que fiscalizan a los que caminan, por motivos que aún no llego a comprender.

Estamos llegando a un punto en que todo es criticable, nos enfrenta y llega a crear una rivalidad irracional que roza la paranoia: o eres como yo, o estoy contra ti. Por suerte, cada cual es libre para dedicar su tiempo en aquello que le satisfaga en cualquier plano personal, cultural o espiritual, y por supuesto, los motivos por los que cada cual participa en esta romería son particulares y personales, y nadie tiene potestad para recriminar dicha actividad. Dejemos caminar en paz a quienes así lo sienten, sin importar los objetivos. Buen camino de regreso.

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