Renovarse o morir

Publicado: 28/04/2024
Autor

José Manuel Infante Gómez

Columnista mitad barbateño mitad madrileño. Redactor en web deportiva trescuatrotres.com

Días de barrunto

En palabras de su autor: "Intento decir lo que pienso pensando siempre lo que digo"

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Barbate se tuvo que adaptar a ese reinado atunero y rendirle todos los honores a ese sabroso manjar que sigue conquistando los estómagos de todo el mundo
Los tiempos cambian que es una barbaridad. Esto es una verdad innegable que sigue sucediendo a lo largo de la historia. Y creo que, si algo hemos aprendido, ha sido lo de intentar adaptarnos, de la mejor manera posible, a todos esos cambios.

Como botón de muestra, voy a intentar explicar el razonamiento comparando las fiestas de nuestro pueblo con cuarenta años de diferencia. Si viajamos al Barbate de principios de los 80, la resaca navideña se pasaba esperando al Carnaval para, poco después, dar paso a la Semana Santa. Estos dos son los únicos eventos (junto a las navidades, evidentemente) que se mantienen en el tiempo sin haber perdido ni un ápice de aceptación, ya que siguen siendo, por unos u otros motivos, unas de las fechas más esperadas del año.

A continuación, se celebraba uno de los días favoritos de la juventud barbateña. Cada siete de mayo, se peregrinaba a La Oliva (caminando y en pandilla, por supuesto) para ir despidiendo a la primavera y recibir con alegría al verano, porque la manga corta llegaba para quedarse hasta octubre. Para celebrarlo, nada mejor que los primeros polos y helados de la temporada.

Aquella romería acabó perdiéndose. Una verdadera pena, porque se disfrutaba de una jornada inolvidable en el campo. La siguiente cita no llegaba hasta el mes de julio, cuando comenzaba nuestra Feria del Carmen. Una feria que, en la actualidad, sobrevive a duras penas despertando un interés que se va reduciendo con el tiempo. Nada que ver la procesión marítima de ahora con la de antes, cuando encontrar un hueco para sentarse en el puerto para ver zarpar al barco que paseaba a nuestra Patrona era una tarea harto difícil. Inolvidables son también las imágenes de esa avenida abarrotada de gente.

Para rematar el verano, nada mejor que la Sardinada, con la zona del puerto llena de autobuses que llegaban cargados de visitantes deseosos de degustar un plato de sardinas. Los jóvenes de entonces, cedíamos amablemente a esos visitantes la playa del Carmen para gozar de unos días de acampada en la Yerbabuena. Joder, que buenos recuerdos.

Entonces, el atún ya desempeñaba un papel importante en la vida del pueblo, pero llegó un momento en el que reclamó su trono con fuerza tras haber devorado a boquerones, sardinas y todo lo que se le pusiera por delante. Así pues, como decía al principio de este artículo, Barbate se tuvo que adaptar a ese reinado atunero y rendirle todos los honores a ese sabroso manjar que sigue conquistando los estómagos de todo el mundo.

En la actualidad, la Feria del Atún goza de una excelente salud atrayendo a cada vez más visitantes para convertirse en uno de los eventos más importantes de la zona. Y nosotros, que antes disfrutábamos la noche, nos hemos acostumbrado a hacerlo de día, que ya vamos teniendo una edad para recogernos tan tarde.

Lo importante es que, de una forma o de otra, el pueblo ofrezca diversión para que la gente siga queriendo venir de visita. Y es otra realidad incuestionable que la mayoría de esa gente repite visita. Por lo tanto, que siga la fiesta.

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