Los cuatro ejemplares, todos machos, son buitres jóvenes que nacieron en 2010 y que llegaron al Centro de Recuperación de Especies Amenazadas (CREA) de Los Villares, en Córdoba, entre octubre y noviembre de ese mismo año con síntomas de desnutrición y debilidad.
Fueron encontrados por particulares, personal de la Consejería de Medio Ambiente o agentes del Seprona en las provincias de Cádiz y en Córdoba, después de haberse desorientado de su grupo, una circunstancia negativa para los polluelos de buitre, que siendo todavía pequeños tienen una gran dependencia de los adultos que les ayudan a encontrar el alimento.
Ahora han recuperado la libertad después de haberse repuesto de estas enfermedades y para que desarrollen su vida adulta en la naturaleza, de forma que sigan aumentando los miembros de esta especie de la que, según ha indicado a Efe el delegado de la Consejería de Medio Ambiente en Córdoba, Luis Rey, hay contabilizadas en Andalucía 300 parejas reproductoras.
Sin embargo, todavía necesitarán moverse en grupo para alimentarse y esa compañía la podrán encontrar en el hábitat donde han sido puestos en libertad y en el que abundan los buitres leonados, cuyas bandadas son más numerosas que las de los buitres negros adultos.
Ésta es una de las principales características del buitre negro, pues cuando alcanza la edad adulta prefiere buscar el alimento en solitario y huyendo de otros grupos de aves, por lo que los buitres que han recuperado hoy la libertad volarán en grupo el tiempo suficiente como para aprender a valerse por sí mismos.
Cuando alcancen su madurez, cualquiera de los cuatro buitres que hoy han sido puestos en libertad -dos de los cuales están dotados con localizadores para estudiar sus comportamientos- podrán tener zonas de vuelo de hasta 500.000 hectáreas para buscar alimento.
En sus viajes, uno de los principales peligros a los que se enfrenta el buitre negro adulto son los tendidos eléctricos que causan la muerte por electrocución, seguido por la ingesta de venenos, si bien los polluelos se exponen sobre todo a la desnutrición causada por la pérdida del grupo.
El buitre negro, que llegó a extinguirse como nidificante en Granada, Cádiz y Málaga, ha experimentado en los últimos nueve años una multiplicación en el número de ejemplares, con un crecimiento constante de un 4 por ciento anual.
A finales del siglo pasado, el número de parejas se situaba por debajo de las 170, mientras que en la actualidad se han censado ejemplares en Huelva, Sevilla, Jaén y Córdoba.
En la Sierra Pelada de Huelva se han censado 110 parejas en 2009, 66 en la Sierra Norte de Sevilla, 62 en la Sierra de Andújar en Jaén y 40 en la Sierra de Hornachuelos (Córdoba).